Los datos satelitales revelan que la absorción de carbono de los pastizales africanos aumenta con las lluvias, a diferencia de los bosques y las sabanas.


África es una fuente de incertidumbre en los cálculos del ciclo del carbono. Según algunas estimaciones, los paisajes del continente emiten 2.100 millones de toneladas más de dióxido de carbono del que absorben cada año, lo que equivale aproximadamente a 1,5 veces las emisiones anuales de las centrales eléctricas de carbón. Sin embargo, otras estimaciones son casi totalmente opuestas, sugiriendo que la abundante materia vegetal del continente absorbe 2.000 millones de toneladas más de dióxido de carbono al año de las que libera.


Por Saima May Sidik, Eos


Esta incertidumbre existe en parte porque la cantidad de carbono que África absorbe y emite varía considerablemente de un año a otro y en parte porque hay escasez de observaciones superficiales disponibles en todo el continente. Yun y sus colegas investigaron la causa de estas fluctuaciones aplicando un conjunto de modelos de transporte atmosférico a los datos del Observatorio Orbital de Carbono-2 (OCO-2), un instrumento satelital que rastrea las emisiones de dióxido de carbono en la superficie terrestre. Al cubrir una importante brecha observacional sobre África, el satélite OCO-2 ha permitido a los investigadores examinar el ciclo del carbono del continente con un detalle sin precedentes.

Los científicos sospechaban previamente que la temperatura era el principal factor que influía en el crecimiento de las plantas y, por consiguiente, en las emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, estos investigadores descubrieron que en África, los niveles de humedad tienen un impacto mucho mayor.

Sin embargo, los distintos tipos de paisajes reaccionan a la humedad de forma muy distinta. En matorrales y pastizales, las plantas aprovechan al máximo el agua disponible, aumentando su masa con un bajo gasto energético. Esta reacción implica que, en años húmedos, los matorrales y pastizales absorben mucho carbono y expulsan muy poco, modificando sustancialmente el flujo de carbono del continente. En cambio, los bosques y las sabanas emiten y absorben aproximadamente la misma cantidad de carbono en condiciones húmedas; por lo tanto, su impacto global en el flujo de carbono del continente es menor.

Estos hallazgos, publicados en la revista Global Biogeochemical Cycles , sugieren una explicación a la antigua pregunta de por qué África fue un sumidero de carbono tan débil durante el fenómeno de El Niño de 2015-2016. El continente estuvo inusualmente seco durante ese período, lo que provocó un estancamiento del crecimiento vegetal y la absorción de carbono.

Se prevé que las precipitaciones cambien en África en las próximas décadas. En general, se prevé que la disponibilidad de humedad aumente en el norte y disminuya en el sur, pero es probable que las precipitaciones sean irregulares, lo que provocará brotes puntuales de crecimiento vegetal. Los investigadores enfatizan que el funcionamiento a largo plazo de OCO-2 es esencial para monitorear cómo responden los ecosistemas africanos a estos patrones cambiantes de lluvia. Considerar las fluctuaciones de la humedad podría permitir predicciones más precisas sobre cómo responderá el ciclo del carbono al cambio climático .

Más información: Jeongmin Yun et al., Variabilidad interanual de los flujos de carbono en los ecosistemas regionales africanos y sus impulsores, revelada por observaciones satelitales, Ciclos biogeoquímicos globales (2025). DOI: 10.1029/2025GB008597