Científicos alemanes descubrieron un sistema fluvial de 1.600 kilómetros de extensión bajo las toneladas de hielo. El hallazgo ayuda a entender los efectos del cambio climático
Un equipo de geólogos descubrió un sistema fluvial antiguo bajo la capa de hielo de la Antártida Occidental. Este río, de aproximadamente 1.600 kilómetros de longitud, tendría una antigüedad de entre 34 y 44 millones de años.
Investigadores de la Universidad de Bremen y del Instituto Alfred Wegener, Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina en Alemania, junto con universidades e institutos de investigación alemanes, británicos, irlandeses y suecos, han descubierto el mayor de sistema fluvial del continente blanco y lo describieron en un estudio publicado en la revista Science Advances.
Johann Klages, investigador sedimentólogo del Instituto Alfred Wegener de Alemania y coautor del estudio, indicó que este descubrimiento es un gran avance para entender las variaciones climáticas extremas de la historia de la Tierra. Explicó que estudiar estos períodos puede ofrecer información valiosa sobre las secuelas del calentamiento global: “Si pensamos en un cambio climático potencialmente severo en el futuro, debemos aprender de los períodos de la historia de la Tierra en los que esto ya sucedió”.
El equipo de Klages realizó una expedición en 2017 a bordo del buque de investigación Polarstern. Partieron desde el extremo sur de Chile hacia la Antártida Occidental y utilizaron equipos de perforación avanzados para extraer sedimentos. Estos análisis revelaron capas de dos periodos distintos, con la parte inferior datando de hace 85 millones de años (Cretácico medio) y la superior de hace 30 a 40 millones de años (Eoceno medio a tardío).
Este hallazgo, liderado por el Instituto Alfred Wegener, ofrece una visión única sobre las variaciones climáticas extremas de la Tierra y sus posibles repercusiones en el futuro (Instituto Alfred-Wegener )
El análisis más detallado de los sedimentos del Eoceno mostró un patrón estratificado típico de un delta fluvial, similar a los del río Mississippi en Norteamérica. La presencia de biomarcadores de cianobacterias de agua dulce en estos sedimentos respaldó la hipótesis de un antiguo río que alguna vez recorrió el continente antártico.
Para mapear la topografía del paisaje oculto, el equipo utilizó un radar de penetración de hielo y técnicas de sonar. Descubrieron una pequeña isla enterrada a casi dos kilómetros bajo la superficie, con bloques de tierra separados por valles en forma de U.
Hace unos 34 millones de años, no había hielo en la Antártida, pero prevalecía un clima templado, por eso la Antártida no siempre fue una masa de tierra aislada cubierta de hielo, dijeron los investigadores. Hasta hace unos 100 millones de años, constituía la parte central del supercontinente Gondwana. Después de la desintegración de Gondwana, la Antártida se estableció como un continente independiente.
Durante el Eoceno medio, hace entre 34 y 44 millones de años, la atmósfera terrestre tenía niveles de dióxido de carbono casi el doble de los actuales, similares a las proyecciones para los próximos 150 a 200 años si los gases de efecto invernadero continúan aumentando. Posteriormente, el enfriamiento global al final del Eoceno llevó a la formación de glaciares.
Los sedimentos del Eoceno mostraron un delta fluvial similar al del Mississippi ( REUTERS/Fabian Bimmer/File Photo)
El equipo examinó muestras de sedimentos que obtuvieron del mar de Amundsen frente a la costa de la Antártida occidental durante una expedición del rompehielos de investigación Polarstern. Sus análisis muestran que la mayoría de los minerales y fragmentos de roca de estas muestras no proceden de la Antártida occidental, sino de las Montañas Transantárticas en el borde de la Antártida oriental, a miles de kilómetros de distancia.
Esta cadena montañosa se ha ido elevando desde finales del Eoceno como el escarpado hombro de una grieta continental, el Sistema de Rift Antártico Occidental, que hoy divide la Antártida en dos masas de tierra, la Antártida Oriental y Occidental.
Desde entonces, la elevación y la erosión de las Montañas Transantárticas han producido grandes cantidades de restos de erosión, que el río recién descubierto transportó a lo largo de una distancia de más de 1,500 kilómetros a través del Sistema de Rift de la Antártida Occidental hasta lo que hoy es el mar de Amundsen, y los depositó allí en un delta del río pantanoso. Ejemplos modernos de grandes sistemas fluviales en un entorno geológico similar son el río Grande en el Rift del Río Grande o el Rin en el Alto Rin Graben.
La existencia de un sistema fluvial transcontinental de este tipo muestra que, a diferencia de lo que ocurre hoy en día, gran parte de la Antártida occidental debió estar situada sobre el nivel del mar como extensas y planas llanuras costeras. Debido a la baja topografía, la Antártida occidental todavía estaba libre de hielo a finales del Eoceno, mientras que las regiones montañosas de la Antártida oriental ya comenzaban a glaciarse.
Este descubrimiento no solo arroja luz sobre el pasado geológico de la Tierra, sino que también proporciona datos cruciales para predecir cómo podría reaccionar la capa de hielo de la Antártida Oriental al aumento de los niveles de CO2 en el futuro.