Un nuevo año sin el esperado punto de inflexión climático
Redacción Noticias de la Tierra
Durante años, científicos, analistas y responsables de políticas climáticas han estado esperando el momento en que las emisiones globales derivadas de la quema de carbón, petróleo y gas natural dejaran de crecer. Cada año parecía ser “el año” en que por fin se alcanzaría el ansiado punto de inflexión, ese instante en el que el aumento constante de dióxido de carbono se detuviera para comenzar el tan necesario descenso. Sin embargo, según el análisis presentado por Phys.org y elaborado por expertos de The Conversation, ese momento no ha llegado. Y los indicios muestran que aún no estamos cerca de alcanzarlo.
La persistencia de las emisiones provenientes de combustibles fósiles evidencia una tendencia preocupante: los esfuerzos internacionales, los compromisos climáticos nacionales y el avance de las energías renovables todavía no han sido suficientes para frenar el incremento del carbono asociado a la actividad humana. A pesar de que numerosos países anuncian políticas de transición energética y reducción de gases de efecto invernadero, los datos más recientes indican que el crecimiento económico global continúa profundamente vinculado al uso de combustibles fósiles.
La realidad detrás del aumento: consumo energético y dependencia estructural
Los especialistas advierten que el comportamiento de las emisiones se explica por dos fuerzas contrapuestas. Por un lado, se han multiplicado las inversiones en energías limpias, la electrificación del transporte y la expansión de soluciones como la energía solar y eólica. Pero, por otro lado, la demanda de energía continúa aumentando en economías emergentes y en sectores donde la transición sigue siendo lenta o insuficiente.
El carbón, aunque considerado el más contaminante, sigue siendo un pilar energético en muchas regiones de Asia. El consumo de petróleo se mantiene elevado por la movilidad global, el transporte marítimo y aéreo, así como por la industria petroquímica. El gas natural, promocionado durante años como un combustible “puente”, también incrementa su participación debido a su uso en generación eléctrica y calefacción. Esta combinación mantiene al mundo en un camino donde las emisiones no solo persisten, sino que continúan creciendo.
Los investigadores citados en Phys.org señalan que la quema de estos combustibles sigue siendo el mayor motor del aumento del dióxido de carbono atmosférico, principal responsable del cambio climático. Esto refuerza la preocupante conclusión de que todavía no se ha logrado desacoplar el crecimiento económico del uso intensivo de energía fósil.
Un panorama global marcado por desigualdades
El análisis resalta que las emisiones varían de forma notable entre regiones. Mientras algunos países de altos ingresos han logrado cierta estabilización e incluso ligeras reducciones en periodos específicos, el crecimiento en naciones de ingresos medios y bajos compensa ampliamente estos avances. Esto refleja una desigualdad estructural: las economías en desarrollo necesitan más energía para expandir sus industrias, mejorar infraestructuras y sostener incrementos poblacionales. El desafío es lograr que ese crecimiento se realice mediante tecnologías limpias en lugar de combustibles fósiles.
Sin embargo, la transición requiere inversiones que no siempre están disponibles. Las tensiones geopolíticas, las crisis económicas y la falta de financiamiento climático para los países del Sur Global dificultan reemplazar rápidamente plantas de carbón, redes eléctricas antiguas o flotas de transporte dependientes de diésel.
A esto se suma que muchos de los proyectos de expansión energética en regiones emergentes continúan centrados en petróleo y gas, debido a la rentabilidad inmediata y la disponibilidad de infraestructuras ya consolidadas. Esto prolonga la dependencia global y retrasa la llegada del punto de inflexión en las emisiones.
El futuro cercano: señales mixtas pero sin garantía de cambio
Los expertos consultados destacan que algunos indicadores son alentadores: el costo de las energías renovables sigue bajando, la electrificación avanza, los vehículos eléctricos ganan presencia y hay mayor conciencia pública sobre la crisis climática. Pero estas mejoras no han sido suficientes para compensar el aumento global de la demanda energética.
Según el informe citado, incluso en los escenarios más optimistas la estabilización de emisiones requiere un esfuerzo sostenido y coordinado. Los países deberán acelerar la eliminación progresiva del carbón, restringir nuevas exploraciones de petróleo y gas, e impulsar políticas industriales que fomenten tecnologías de cero emisiones. Sin estos cambios, el crecimiento continuará y con él la concentración de carbono en la atmósfera.
Además, la comunidad científica insiste en que cada año perdido aumenta la probabilidad de superar umbrales críticos como el límite de 1,5 °C de calentamiento global. Una vez superados esos puntos, los riesgos climáticos —sequías extremas, inundaciones, pérdida de biodiversidad y daños económicos— se intensifican drásticamente.
El desafío político: decisiones difíciles y urgentes
Uno de los hallazgos más claros del análisis es que el problema no es técnico, sino político. Las tecnologías para reducir emisiones existen, son más accesibles y cada vez más baratas. Lo que falta es la voluntad de dejar atrás un modelo basado en combustibles fósiles. Los gobiernos enfrentan presiones de industrias tradicionales, preocupaciones por la seguridad energética y costos electorales asociados a cambios profundos en los sistemas económicos.
A pesar de ello, los científicos advierten que aplazar decisiones solo incrementa los riesgos a largo plazo. Una transición energética gradual pero firme es posible, siempre que se adopten políticas de gran escala: incentivos a las renovables, impuestos al carbono, eliminación de subsidios a combustibles fósiles, electrificación del transporte y mejoras en la eficiencia energética.
Sin estas medidas, el mundo continuará atrapado en un ciclo que agrava la crisis climática y reduce el margen de maniobra para actuar.
Conclusión: la urgencia de un punto de inflexión que aún no llega
Los datos revelados por Phys.org y sus autores muestran que seguimos lejos del momento en que las emisiones globales dejarán de crecer. La humanidad continúa atrapada en un patrón energético que impulsa el cambio climático y compromete el futuro de los ecosistemas y las comunidades.
Lograr el ansiado punto de inflexión no es imposible, pero requiere un cambio estructural inmediato y sostenido. Cada año que pasa sin frenar el aumento de emisiones supone un paso más hacia un calentamiento peligroso. Y aunque la ciencia ofrece diagnósticos claros y soluciones viables, la decisión final recae en la acción colectiva de gobiernos, empresas y ciudadanos.
La pregunta clave no es si podemos transformar nuestro modelo energético, sino si lo haremos a tiempo.
Referencias
Phys.org – Relentless carbon pollution from fossil fuels just keeps rising (The Conversation)
Autores citados en la nota original: especialistas de The Conversation y equipo editorial de Phys.org.










