Contaminación por PFAS: la evidencia reciente sobre su omnipresencia y los riesgos planetarios


Los compuestos PFAS, conocidos como “químicos para siempre”, se han convertido en uno de los mayores desafíos ambientales del siglo XXI. Utilizados desde la década de 1950 en productos industriales y domésticos por su resistencia al calor, al agua y a la grasa, estos compuestos perfluoroalquilados están ahora presentes en el aire, el suelo, los océanos y hasta en la sangre humana. En 2025, varios estudios científicos confirmaron lo que muchos ecotoxicólogos temían: los PFAS se han dispersado de tal manera que ya forman parte del ciclo planetario del agua.


Redacción Noticias de la Tierra


Una investigación del Instituto Suizo de Ciencias Acuáticas (EAWAG), publicada en Nature Geoscience, demostró que los PFAS han alcanzado concentraciones detectables incluso en las cumbres del Himalaya y en la Antártida, lugares que hasta hace pocos años se consideraban libres de contaminación química. Los científicos encontraron rastros de estos compuestos en muestras de nieve y en el agua de deshielo glacial, lo que confirma su transporte atmosférico a escala global. Los vientos y las precipitaciones actúan como vehículos que redistribuyen los PFAS desde los centros industriales hacia los ecosistemas más remotos.

Los resultados son alarmantes: los niveles actuales de PFAS en el agua de lluvia superan los límites de seguridad establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) en casi todas las regiones del planeta. Esto significa que ninguna fuente natural de agua superficial puede considerarse completamente libre de riesgo. En la práctica, los científicos advierten que la contaminación por PFAS ha superado el umbral de reversibilidad ambiental.

Estos compuestos deben su persistencia a sus fuertes enlaces carbono-flúor, entre los más estables de la química orgánica. Una sola molécula puede tardar siglos en degradarse. Además, tienden a bioacumularse en tejidos animales y humanos, afectando funciones hormonales, hepáticas e inmunológicas. Estudios clínicos recientes asocian la exposición prolongada a PFAS con mayor incidencia de cáncer de riñón, alteraciones tiroideas y disfunción reproductiva. En algunos países europeos, se están encontrando concentraciones significativas de PFAS incluso en la leche materna y en productos agrícolas irrigados con aguas contaminadas.

La industria química ha desarrollado en los últimos años sustitutos parciales, pero los investigadores señalan que muchos de ellos —los llamados PFAS de “cadena corta”— son igual de persistentes y más móviles en el ambiente, lo que agrava su dispersión. En 2025, un consorcio internacional liderado por la Universidad de Toronto identificó más de 14 000 variantes químicas diferentes de PFAS, de las cuales solo una fracción ha sido evaluada por sus efectos tóxicos.

Frente a esta situación, algunos países han comenzado a legislar de manera contundente. La Unión Europea presentó una propuesta de prohibición casi total de la producción y uso de PFAS para 2030, mientras que Estados Unidos aprobó nuevas normas federales que obligan a las empresas a revelar sus emisiones y financiar la descontaminación. Sin embargo, los expertos advierten que los costos de limpieza son astronómicos: retirar PFAS del agua o del suelo puede costar entre 10 y 100 veces más que otros contaminantes industriales.

Los esfuerzos científicos también apuntan hacia soluciones biotecnológicas. En 2025, un equipo de la Universidad de California en Riverside descubrió una cepa bacteriana capaz de degradar parcialmente algunos PFAS a temperatura ambiente, un avance esperanzador aunque limitado. Otros grupos de investigación están probando métodos de fotocatálisis avanzada y plasma frío para romper los enlaces carbono-flúor sin generar subproductos tóxicos.

La contaminación por PFAS representa un desafío global que trasciende fronteras y generaciones. Los científicos la describen como un “nuevo límite planetario superado”, al igual que la pérdida de biodiversidad o el cambio climático. La magnitud del problema exige una respuesta internacional coordinada, basada en la eliminación progresiva de estos compuestos, la transparencia industrial y la innovación en tecnologías de limpieza. El planeta, literalmente, está impregnado de los “químicos para siempre”, y cada nueva gota de lluvia recuerda la urgencia de actuar.

Referencias

  • Cousins IT. et al. (2025). Planetary-scale contamination of perfluoroalkyl substances (PFAS): Global transport and persistence. Nature Geoscience.
  • Instituto Suizo de Ciencias Acuáticas (EAWAG) (2025). PFAS detected in snow and glacier meltwater of remote regions.
  • Universidad de Toronto (2025). Global PFAS Chemical Inventory and Environmental Risk Assessment.
  • Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (2024). PFAS Strategic Roadmap: Actions to Protect Human Health and the Environment.
  • Organización Mundial de la Salud (2025). Emerging Contaminants: Global Review of PFAS Exposure and Health Risks.