La enorme isla de Groenlandia no solo sufre los efectos visibles de la deshielo y el cambio climático, sino que también está siendo literalmente “estirada” y elevada por fuerzas profundas que operan desde el interior de la Tierra. Un equipo dirigido por Danjal Long‑Fors Berg, de la Technical University of Denmark, empleó mediciones de GPS sobre un periodo de 20 años para demostrar que Groenlandia se mueve a más de dos centímetros por año hacia el noroeste y se eleva al mismo tiempo.
Redacción Noticias de la Tierra
Un «tirón doble» desde abajo
La investigación pone de relieve que Groenlandia está sometida a dos fuerzas principales. Primero, la pérdida acelerada de hielo implicada en el calentamiento global reduce la carga que el manto terrestre ejercía sobre la isla, lo que permite que la corteza se eleve. Segundo, la dinámica de la placa tectónica y el flujo profundo del manto aplican tensiones en dirección norte-oeste, generando que la isla sea “tirada” lateralmente. El resultado: deformación en la superficie, que implica que algunas zonas se expanden mientras otras se comprimen. El equipo observó que no todo el territorio se comporta uniformemente: «la isla se está estrechando ligeramente», según los investigadores.
Este fenómeno es sorprendente si se piensa que, para la escala geológica, un movimiento de dos centímetros por año es rápido. Las implicaciones no son solo académicas: la elevación de la superficie afecta el drenaje de agua de deshielo, la estabilidad de glaciares y el posible aumento del nivel del mar de forma regional.
Elevación por deshielo: un “rebote isostático” activo
Cuando se pierde masa de hielo —que era un peso sobre la corteza— el terreno responde elevándose, en un proceso conocido como rebote isostático. En Groenlandia, esta elevación se combina con las tensiones tectónicas para producir una deformación compuesta. El artículo apunta que la isla no sube de forma homogénea: algunas regiones se elevan más que otras, lo que genera diferencias en la deformación que podrían afectar la infraestructura, el flujo de los glaciares y la interacción con los océanos.
Este mecanismo se encuentra en otras áreas polares, pero en Groenlandia adquiere especial relevancia por la magnitud del deshielo y la presencia de una corteza relativamente delgada que responde más rápidamente al cambio de carga. La elevación de la superficie también abre fisuras, facilita el drenaje subglacial y puede acelerar el deshielo, con efectos de retroalimentación.
Tensiones tectónicas y dinámicas internas
Además del rebote por pérdida de hielo, Groenlandia está siendo sometida a fuerzas horizontales que provienen del manto y de la dinámica de las placas. Estas fuerzas estiran la isla hacia el noroeste y alivian tensiones en otras direcciones, lo que causa una deformación compleja: expansión en algunos sectores, compresión en otros. El estudio usa datos de GPS para cuantificar esas variaciones.
Estas tensiones tienen interés geofísico, ya que muestran cómo una región que comúnmente se observa por su hielo y clima también puede ser un laboratorio para entender procesos del manto terrestre y la interacción entre superficie, corteza y manto. En un sentido práctico, la deformación de la corteza podría influir en la forma en que el hielo se comporta, se desliza y se funde.
Aplicaciones prácticas y por qué nos afecta
Aunque Groenlandia esté «lejos», lo que ocurre allí tiene dimensiones globales. Primero, la deformación de la corteza y la elevación del terreno pueden alterar la estabilidad del caparazón de hielo, modificar rutas de drenaje y afectar la velocidad de los glaciares. Esto, a su vez, puede alterar la cantidad de agua dulce que entra al Atlántico Norte, influir en las corrientes oceánicas y, finalmente, afectar climas en latitudes lejanas.
Segundo, para la exploración geológica futura —por ejemplo, energías geotérmicas o estudios del manto—, una zona que ya está en movimiento y elevación es un sitio relevante. Tercero, desde el punto de vista del cambio climático, este fenómeno es otra manifestación de que el planeta responde de múltiples maneras a la pérdida de hielo, no solo a través del aumento del nivel del mar, sino también a través de ajustes geodinámicos.
¿Qué sigue ahora? Retos de la investigación
El estudio abre preguntas que requieren seguimiento: ¿Las tasas de elevación y desplazamiento continuarán al mismo ritmo si el deshielo se acelera? ¿Cómo afectan esos movimientos la estabilidad de los glaciares costeros o la liberación de agua subglacial? ¿Podrían surgir tensiones adicionales que se manifiesten en sismos menores o en cambios en el relieve que afecten ecosistemas y asentamientos humanos en la zona de transición hielo-costas?
Además, queda por investigar cómo la deformación de la corteza interacciona con el flujo del hielo: la elevación puede cambiar el gradiente de pendiente del hielo, alterar su velocidad y modificar los patrones de ruptura y desprendimiento. Comprender esta interacción es clave en modelos de predicción del futuro de Groenlandia y del nivel del mar.
Groenlandia está asistiendo a un fenómeno silencioso pero profundo: mientras su hielo desaparece, la isla se eleva y se estira por fuerzas que provienen del interior de la Tierra. Esta doble tensión —derivada del deshielo y de la dinámica tectónica— la convierte en un laboratorio geofísico de primer orden. Más allá del valor científico, lo que ocurre allí importa para comprender cómo el sistema Tierra responde al cambio ambiental de forma global.
Este tipo de estudios nos recuerda que la naturaleza del planeta no es pasiva: cada pérdida de hielo, cada cambio de masa, genera reacciones en todos los niveles —superficie, corteza, manto— y esas reacciones tienen olores de futuro.
Referencias
https://www.spektrum.de/news/geophysik-wie-kraefte-des-erdinneren-an-groenland-zerren/2294074










