El deshielo del Ártico está activando flujos subterráneos que podrían alterar ecosistemas y liberar contaminantes


Científicos advierten que el calentamiento global está impulsando la descarga de aguas subterráneas hacia ríos y lagos árticos durante todo el año, transformando el equilibrio hídrico y químico de la región


Redacción Noticias de la Tierra


El calentamiento acelerado del Ártico no solo derrite glaciares y permafrost: también está reactivando flujos de agua subterránea que antes permanecían congelados durante gran parte del año. Un nuevo estudio científico revela que este fenómeno está provocando la descarga continua de aguas subterráneas hacia ríos y lagos, lo que podría alterar profundamente los ecosistemas del norte del planeta y facilitar el transporte de contaminantes atrapados bajo tierra.

Un Ártico que ya no se congela como antes

Durante el invierno, los suelos del Ártico solían mantenerse completamente congelados, impidiendo el movimiento de agua bajo la superficie. Sin embargo, el aumento sostenido de las temperaturas ha cambiado este patrón milenario. Hoy, los investigadores observan que en verano el agua subterránea se activa a niveles cada vez más superficiales, fluyendo hacia lagos y cauces que antes permanecían aislados.

Según el estudio, publicado en Phys.org, este proceso podría convertirse en un fenómeno permanente si las tendencias actuales de calentamiento continúan. Los científicos advierten que el deshielo del suelo y del permafrost está creando nuevas vías de drenaje, permitiendo que las aguas subterráneas circulen durante todo el año en zonas donde antes solo lo hacían algunos meses.

Qué significa la descarga de aguas subterráneas

La descarga de agua subterránea ocurre cuando el agua almacenada en los acuíferos fluye hacia la superficie, alimentando ríos, lagos o humedales. Este proceso es fundamental para el equilibrio hídrico de muchos ecosistemas, pero en el Ártico su aumento tiene consecuencias inesperadas.

A medida que el terreno se descongela, minerales, carbono orgánico y contaminantes atrapados durante siglos pueden comenzar a movilizarse. Entre ellos se incluyen metales pesados, restos de antiguos combustibles y microbios congelados, que podrían incorporarse a las corrientes superficiales y afectar tanto la calidad del agua como las cadenas alimenticias.

Impactos sobre la vida y los ecosistemas

Los investigadores destacan que esta nueva dinámica hídrica puede alterar la composición química de los ríos y lagos árticos, afectando a las especies acuáticas adaptadas a aguas extremadamente frías y puras.

El flujo constante de agua subterránea también modifica las temperaturas y niveles de oxígeno de estos ecosistemas, generando un efecto dominó sobre peces, algas y microorganismos. En regiones donde las comunidades locales dependen de estas aguas para su consumo o pesca, los cambios podrían tener repercusiones económicas y de salud pública.

Además, al transportar carbono orgánico desde el subsuelo hacia la superficie, el proceso contribuye indirectamente a mayores emisiones de dióxido de carbono y metano, ya que el material orgánico expuesto se descompone y libera gases de efecto invernadero.

Un fenómeno invisible pero crucial

El estudio enfatiza que los cambios en el agua subterránea del Ártico son difíciles de observar directamente, ya que ocurren bajo tierra. Sin embargo, su impacto es profundo. A medida que las rutas subterráneas se expanden, podrían reconfigurar los paisajes hidrológicos de amplias zonas del norte de Canadá, Groenlandia, Rusia y Alaska.

Para los científicos, comprender este proceso es clave para mejorar las proyecciones climáticas globales, ya que las interacciones entre el agua, el suelo y el carbono subterráneo no están completamente incorporadas en los modelos climáticos actuales.

Riesgo de contaminación y migración de tóxicos

Uno de los aspectos más preocupantes del hallazgo es el potencial de transporte de contaminantes que permanecían inactivos bajo el permafrost. Con el deshielo, sustancias químicas provenientes de antiguas actividades industriales o militares —como hidrocarburos, metales pesados o pesticidas— pueden empezar a moverse y alcanzar sistemas de agua dulce.

El flujo continuo durante todo el año incrementa la posibilidad de descarga sostenida de contaminantes hacia ecosistemas sensibles, lo que plantea nuevos retos para la gestión ambiental y la salud de las comunidades del Ártico.

Un llamado a integrar el subsuelo en la agenda climática

Los investigadores insisten en que los estudios sobre el cambio climático deben prestar más atención a los procesos subterráneos, no solo a los visibles en la superficie. La hidrología del permafrost es un componente crítico del ciclo global del agua y del carbono, y su transformación acelerada podría amplificar los efectos del calentamiento planetario.

Según los autores del estudio, “los cambios en el flujo de aguas subterráneas podrían redefinir la ecología y la química del Ártico en cuestión de décadas”. Por eso, recomiendan ampliar la red de monitoreo en regiones polares e incorporar el seguimiento de acuíferos a los programas internacionales de observación climática.

Un recordatorio del alcance invisible del cambio climático

Más allá del derretimiento de glaciares o la pérdida de hielo marino, el hallazgo muestra que el cambio climático también está transformando los cimientos ocultos del planeta. Lo que sucede bajo la superficie —entre capas de hielo, sedimentos y roca congelada— puede determinar el futuro de los ecosistemas árticos y su papel en el equilibrio climático global.


Referencias