Un hallazgo en Nueva Gales del Sur permite reconstruir con precisión un antiguo bosque y su fauna, gracias a fósiles ricos en hierro que conservan detalles microscópicos
Redacción Noticias de la Tierra
Hace 16 millones de años, en lo que hoy es el centro de Nueva Gales del Sur (Australia), un bosque tropical exuberante crecía al pie de un antiguo volcán. El paisaje, húmedo y lleno de vida, albergaba peces, arañas saltadoras, insectos, hojas y flores que prosperaban alrededor de un lago. Hoy, ese ecosistema perdido ha sido reconstruido con un nivel de detalle sorprendente gracias a un conjunto de fósiles de color rojo intenso, impregnados de hierro, que han conservado estructuras tan finas como los pelos de las patas de una araña.
El descubrimiento, descrito en un artículo de la American Association for the Advancement of Science (AAAS) y publicado en Science, ha permitido a los investigadores recrear una instantánea completa de la vida en el Mioceno medio, una época crucial para entender cómo los cambios climáticos moldearon la biodiversidad australiana.
Fósiles forjados en hierro
Los paleontólogos que lideraron el estudio explican que estos fósiles son extraordinarios porque el hierro actuó como un agente de conservación, reemplazando los tejidos originales con minerales ricos en óxidos metálicos. Este proceso, conocido como ferrificación, selló organismos completos en una capa de roca volcánica y sedimentos finos, preservando incluso estructuras blandas que normalmente se descomponen.
Gracias a esta peculiaridad geoquímica, los investigadores pudieron observar con microscopios de alta resolución detalles anatómicos nunca antes vistos en fósiles de esta antigüedad, desde las cerdas sensoriales de una araña hasta las escamas pigmentadas de un pez.
Una ventana a la selva del Mioceno
Los análisis del entorno geológico indican que este antiguo bosque tropical prosperó en un paisaje volcánico húmedo, con abundantes lluvias y vegetación densa. Los depósitos se formaron en torno a un lago en el cráter del volcán, que actuó como un sumidero natural de organismos.
Los fósiles revelan un ecosistema diverso: insectos polinizadores, anfibios, peces y plantas que convivían en equilibrio, ofreciendo una visión de cómo era la vida en el continente australiano antes de que la aridez se apoderara de gran parte de su territorio.
Reconstrucción digital y técnicas modernas
El equipo internacional utilizó herramientas de microtomografía computarizada (micro-CT) y análisis espectroscópico para recrear tridimensionalmente las formas originales de los fósiles. Estas tecnologías permitieron identificar estructuras invisibles a simple vista y reconstruir digitalmente organismos completos con una precisión micrométrica.
“Estos fósiles son como una cápsula del tiempo natural”, afirmaron los autores, destacando que la calidad de conservación rivaliza con la de yacimientos icónicos como los de Lagerstätte en Alemania o Jehol en China.
Claves para comprender el pasado climático
Más allá de su belleza y detalle, los fósiles aportan información valiosa sobre la evolución del clima australiano. Los investigadores señalan que el ecosistema descubierto pertenecía a un periodo de transición climática, cuando las selvas húmedas del continente comenzaron a retraerse debido al enfriamiento global y a la progresiva aridificación.
Estudiar estos depósitos permite rastrear cómo las especies respondieron a los cambios ambientales, un conocimiento esencial para comprender los procesos de adaptación y extinción en el pasado y proyectar escenarios futuros.
El arte natural de la preservación
El color rojizo característico de los fósiles proviene del alto contenido de óxidos de hierro en la roca. Este tono ha hecho que los lugareños los conozcan como los “fósiles rojos de Australia”. La combinación de su rareza, antigüedad y detalle ha despertado el interés de museos y centros de investigación paleontológica en todo el mundo.
Los científicos destacan que este tipo de hallazgos subraya la importancia de proteger los yacimientos fósiles australianos, muchos de los cuales aún permanecen poco explorados, pero podrían contener registros igualmente excepcionales del pasado biológico del planeta.
Un testimonio mineral de la vida
Estos fósiles ferrificados no solo ofrecen una ventana a un ecosistema desaparecido, sino también una lección sobre la resiliencia de la naturaleza: incluso en condiciones extremas, la materia orgánica puede transformarse en piedra sin perder su historia.
El hallazgo, según los investigadores, reafirma el valor del registro fósil como herramienta científica y patrimonio natural, capaz de conectar a la humanidad con los ecosistemas que dieron origen a la diversidad actual.
Referencias
Artículo basado en el artículo publicado por la American Association for the Advancement of Science (AAAS).
- American Association for the Advancement of Science (AAAS). (2025). Australia’s red rocks hold mysteriously detailed fossils—we finally know how they formed. https://www.science.org/content/article/australia-s-red-rocks-hold-mysteriously-detailed-fossils-we-finally-know-how-they










