Restaurar el patrón natural de los fuegos ayudaría a conservar los ecosistemas y evitar incendios peligrosos


Lluís Brotons, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) and Ella Plumanns Pouton, CREAF – Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales


Debido a las sequías y a las altas temperaturas, los incendios forestales están desarrollando nuevas formas de propagación. Este fenómeno supone todo un reto tanto para los efectivos de extinción como para la ciencia, que indaga nuevas alternativas de gestión.

Un estudio liderado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) propone soluciones para mejorar la salud de los ecosistemas y sus procesos naturales al tiempo que ayuden a reducir los incendios forestales más peligrosos y masivos.

El trabajo pretende restaurar los patrones de incendio a través de prácticas como la quema en mosaico localizado que es aquella que se realiza en áreas con diferentes tipos de ecosistemas que se encuentran muy cerca unos de otros. Otras opciones incluyen dejar que ciertos incendios ardan de forma natural, reintroducir especies animales que se alimentan de la maleza o cambiar los patrones hidrológicos.

Esta visión, conocida en Europa como renaturalización o rewilding , busca lograr un sistema socioecológico equilibrado, a pleno rendimiento, que sea capaz de soportar perturbaciones naturales como pequeños incendios, plagas o sequías gracias a la diversidad de paisajes resilientes al cambio climático.

Es importante aclarar que la idea se basa en identificar nuevos regímenes de incendios que beneficien los procesos ecológicos a medida que el clima cambia, no en volver a los antiguos patrones.

El fuego puede generar vida

Nuestro estudio propone soluciones que refuercen procesos naturales, hoy perdidos, que podrían contribuir a disminuir los fuegos de alta intensidad. Eso significa aprovechar el papel de la fauna, las plantas, los humanos y ciertas perturbaciones como la sequía, e incluso de los propios incendios.

Aunque es algo que la mayoría desconoce, el fuego genera vida y desempeña un papel crucial a la hora de mantener la naturaleza en equilibrio. Por ejemplo, la rica biodiversidad que caracteriza al Mediterráneo se debe en gran parte a los incendios. En Brasil, el fuego estimula la floración del 66 % de las plantas del Cerrado, la sabana tropical más grande de Sudamérica. Y, en el norte de Australia, las poblaciones de rata canguro se encuentran en declive debido a la falta de fuegos, que hacen prosperar un tipo de hierba del que se alimenta este marsupial.

Como evidencian estos y otros casos, la renaturalización permitiría recuperar especies y procesos naturales y, al tiempo, regímenes de fuegos beneficiosos tanto para la biodiversidad como para las actividades humanas, especialmente a la hora de disminuir el riesgo de incendios muy intensos, como los que actualmente arden en Portugal.

Gracias a la renaturalización, podríamos disponer de paisajes en los que el fuego tenga un rol clave de modelización y protección, pero sin que llegue a descontrolarse.

Una naturaleza que se autorregula

Ayudar a la conservación de ecosistemas implica facilitar que recuperen sus dinámicas complejas y su capacidad de autorregulación.

En las Montañas Rocosas de Norteamérica, los castores represan los ríos, lo que altera la humedad del suelo y evita que los incendios alcancen ciertas áreas. En Mozambique, los búfalos se alimentan de especies vegetales específicas de la sabana, permitiendo áreas llanas que podrían actuar como barreras naturales a la hora de evitar la propagación del fuego. Con el fin de construir su nido, el ’malleefowl’, un pájaro endémico de Australia, excava y deshace material combustible que podría propagar un incendio.

En sistemas forestales mediterráneos, la renaturalización podría dirigirse, por un lado, a promover árboles grandes y bosques más maduros, que creen microclimas más frescos, mejoren el ciclo del agua y del carbono, ofreciendo troncos que son hábitats naturales de muchas especies y madera muerta como base de alimento de hongos e insectos. Y por otro, a aprovechar los fuegos locales y las sequías que favorecen la discontinuidad del bosque al provocar la muerte de algunos árboles.

Ejercer, de manera estratégica, un menor control en la extinción de incendios forestales puede tener grandes beneficios, como nos enseña el caso de Canejan, un pueblo en los Pirineos donde se utilizó un incendio no planificado para alcanzar objetivos preestablecidos de gestión, como promover hábitats abiertos y controlar la invasión de arbustos.

No obstante, en la actualidad, en vez en de aprovechar los procesos naturales de autorregulación, se da prioridad a una gestión de la naturaleza altamente controlada, artificial y costosa, donde la intervención humana intensiva manipula sus dinámicas y mantiene paisajes a menudo artificialmente estáticos o rígidos.

El fuego como aliado: las quemas localizadas

Entre las posibles prácticas de renaturalización que proponemos destacamos las quemas localizadas para abrir espacios en zonas clave. Este tipo de soluciones funciona como reclamo para distintas especies endémicas de mariposas y aves, cuyas poblaciones han disminuido de manera alarmante en los últimos cuarenta años. La quema en mosaico no sólo beneficiaría a la biodiversidad, sino que evitaría el riesgo de incendios peligrosos.

Como en toda gestión medioambiental, estas estrategias requieren de una cuidadosa planificación. Por ejemplo, la decisión de no apagar un fuego constituye una práctica sólo apta cuando el entorno no representa un riesgo para humanos, en entornos con especies acostumbradas a convivir con las llamas y de las que se benefician.

No obstante, la renaturalización podría ayudar en muchos casos a mitigar algunos riesgos que los patrones de incendios alterados provocan, como la pérdida de vidas, hogares y bienes naturales.

Volver a un régimen de fuego más conectado a los procesos naturales supone redefinir el rol de la sociedad en su control. Eso no implica excluir el componente humano de los ecosistemas, sino otorgar mayor autonomía a los demás seres del entorno natural.

El fin es dejar que el sistema funcione de forma más equilibrada asumiendo al fuego como una perturbación, que los bosques sean más resilientes y se reduzcan costes en su gestión a largo plazo.

Lluís Brotons, Investigador científico CREAF-CSIC, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) and Ella Plumanns Pouton, Investigadora postdoctoral sobre los regímenes de incendios y los procesos ecológicos, para evaluar el impacto del ‘rewilding’ en los objetivos de biodiversidad, clima, uso del suelo y sociedad de la Unión Europea., CREAF – Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.