El suelo constituye el soporte de casi toda la vida terrestre. Sobre él se erigen los ecosistemas naturales y se desarrolla la agricultura que alimenta a más de ocho mil millones de personas. Sin embargo, pese a su importancia, este recurso avanza hacia una crisis silenciosa: la FAO estima que un tercio de los suelos del mundo está degradado en diferentes grados, lo que amenaza tanto la seguridad alimentaria como los equilibrios climáticos.
Redacción Noticias de la Tierra
El suelo como ecosistema vivo 🔬
Lejos de ser un simple sustrato, el suelo es un ecosistema complejo que alberga más organismos que el número total de humanos en la Tierra. En un puñado de suelo fértil pueden coexistir miles de especies de bacterias, hongos, protozoos, nematodos e insectos que interactúan entre sí y con las plantas. Este microbioma edáfico regula procesos vitales: la descomposición de materia orgánica, la fijación de nitrógeno, la liberación de nutrientes y la formación de agregados estables.
La ciencia actual reconoce al suelo como una infraestructura natural de servicios ecosistémicos: regula el ciclo del agua, almacena carbono, filtra contaminantes y permite la resiliencia frente a sequías e inundaciones. Sin su buen funcionamiento, el resto de los ecosistemas colapsa en cascada.
Factores de degradación del suelo 🌍
Los suelos están sometidos a una presión creciente derivada de la intensificación agrícola, el cambio de uso del suelo y la crisis climática. Los procesos de degradación más comunes incluyen:
- Erosión hídrica y eólica: arrastra millones de toneladas de suelo fértil al año, especialmente en zonas con deforestación.
 - Salinización y alcalinización: frecuentes en regiones áridas irrigadas con aguas de mala calidad.
 - Compactación: causada por maquinaria pesada, reduce la porosidad y la infiltración.
 - Contaminación: presencia de metales pesados, hidrocarburos y agroquímicos persistentes.
 - Pérdida de materia orgánica: consecuencia de monocultivos y laboreo intensivo.
 
Cada uno de estos procesos disminuye la fertilidad y, con ella, la capacidad de producir alimentos y de mantener funciones ecosistémicas.
Materia orgánica: el “corazón” del suelo 🌱
Un suelo agrícola sano suele contener entre 2% y 5% de materia orgánica. Aunque la cifra parezca pequeña, este componente es vital:
- Mejora la retención de agua y nutrientes.
 - Incrementa la estabilidad estructural del suelo.
 - Estimula la actividad microbiana benéfica.
 - Favorece la resiliencia frente a sequías.
 
El laboreo profundo, la quema de rastrojos y el abuso de fertilizantes sintéticos aceleran la pérdida de carbono orgánico, transformando al suelo de sumidero en fuente de CO₂.
Estrategias de conservación y regeneración 🌾
Frente a este escenario, la comunidad científica y los agricultores han desarrollado estrategias de manejo sostenible que apuntan a una agricultura regenerativa:
- Rotación de cultivos y diversificación para romper ciclos de plagas y mejorar la estructura.
 - Siembra directa y agricultura de conservación, que reducen la erosión y mantienen residuos vegetales.
 - Incorporación de abonos verdes y compost, que enriquecen el suelo con carbono y nutrientes.
 - Biopreparados y biofertilizantes microbianos, que refuerzan el microbioma del suelo.
 - Agroforestería y terrazas agrícolas en zonas de ladera para frenar la erosión.
 - Reforestación con especies nativas adaptadas, útil en regiones áridas.
 
Ciencia y futuro del suelo 🔬🌍
Los avances en metagenómica están revelando el potencial del microbioma del suelo como aliado contra plagas, enfermedades y estrés hídrico. Al mismo tiempo, la teledetección vía satélites y drones permite cartografiar su calidad a gran escala, identificando puntos críticos de degradación.
Los suelos se han convertido en un frente de batalla contra el cambio climático. El IPCC reconoce que una adecuada gestión puede mitigar entre el 20% y el 30% de las emisiones globales de CO₂ mediante el aumento del carbono orgánico.
Proteger los suelos no es solo un desafío agronómico: es una condición para la supervivencia de las generaciones futuras. Cada centímetro de suelo fértil tarda siglos en formarse; perderlo en décadas es una deuda ecológica que difícilmente podremos pagar.
Referencias
- FAO. (2022). The State of the World’s Soil Resources. Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
 - Lal, R. (2020). Regenerative agriculture for food and climate. Journal of Soil and Water Conservation, 75(5).
 - IPCC. (2021). Climate Change and Land. Intergovernmental Panel on Climate Change.
 - Blanco-Canqui, H., & Ruis, S. (2018). No-till and soil physical environment. Geoderma, 326.
 - Wall, D.H. et al. (2015). Soil Ecology and Ecosystem Services. Oxford University Press.
 










