La madera suele considerarse un héroe bajo en carbono, una alternativa natural al acero, el hormigón y el plástico. Es una herramienta vital en la estrategia del Reino Unido para alcanzar las cero emisiones netas. Pero hay un problema: el país no la cultiva en cantidad suficiente.

por John Healey, David Styles y Eilidh Forster
El Reino Unido tiene uno de los niveles más bajos de cobertura forestal de Europa, con tan solo el 14 % de su territorio forestado. Además, es el segundo mayor importador de madera del mundo, satisfaciendo solo el 20 % de su demanda de madera con fuentes nacionales.
Esto deja al Reino Unido no solo expuesto a la volatilidad de los mercados globales, sino también a un serio desafío en materia de seguridad de la madera. Y nuestra nueva investigación demuestra que el problema va mucho más allá de lo económico.
Depender excesivamente de la madera importada, especialmente de los bosques boreales de Escandinavia y los países bálticos, podría en realidad socavar los beneficios de reducción de carbono que supone utilizar madera en lugar de materiales con altas emisiones.
Los bosques boreales , presentes en ambientes más fríos del norte, crecen lentamente. El carbono almacenado en ellos tarda décadas, a veces siglos, en recuperarse tras la cosecha mediante el crecimiento de la siguiente generación de árboles.
En cambio, los bosques de coníferas del clima templado más cálido del Reino Unido reabastecen carbono mediante la regeneración con mayor rapidez tras la tala. Esto los hace mucho más adecuados para una mayor producción sostenible de madera.
Entonces, ¿cómo pueden países como el Reino Unido aumentar el uso de madera sin agravar la crisis climática? Para abordar esto, creamos un nuevo modelo que rastrea el carbono en cada etapa del ciclo de vida de un árbol, desde su crecimiento en el bosque hasta su cosecha, transporte, procesamiento y uso. Esto incluye el almacenamiento temporal de carbono en productos de madera y evita el uso de materiales y fuentes de energía de alta emisión que serían necesarios en ausencia de madera.
Combinamos esto con modelos que analizan cómo cambia el almacenamiento de carbono en los bosques bajo diferentes intensidades de aprovechamiento. Nuestro análisis demostró que es posible que el aumento de la demanda de madera contribuya positivamente a los objetivos nacionales y globales de cero emisiones netas. Sin embargo, esto solo ocurrirá si la producción nacional de madera aumenta drásticamente en países templados como el Reino Unido.
Incluso un modesto aumento anual de la demanda (1,1 %) requeriría una expansión del 50 % de la superficie forestal productiva durante los próximos 50 años. Un enfoque más ambicioso, como duplicar la superficie forestal productiva e incrementar las tasas de crecimiento de los árboles en un 33 %, podría incrementar la contribución general del uso de la madera a la desaceleración del calentamiento global en un 175 %. Sin embargo, esto requeriría cambios profundos en las prácticas forestales y las políticas de uso del suelo.
En cambio, en un escenario de mayor crecimiento de la demanda (2,3 % anual), observamos que el beneficio climático del uso de la madera se reduce. Y solo duplicar la superficie forestal y aumentar un 33 % las tasas de crecimiento serían suficientes para contribuir significativamente a la desaceleración del calentamiento global durante el próximo siglo.
Estos beneficios podrían estar en riesgo si la productividad forestal se ve socavada por la creciente incidencia de plagas, enfermedades o sequías a medida que avanza el cambio climático.
Desafíos futuros
Nuestros hallazgos apuntan a tres desafíos principales que el Reino Unido debe abordar para que la madera desempeñe un papel significativo en su estrategia de cero emisiones netas.
En primer lugar, la expansión de los bosques productivos de coníferas en el Reino Unido se ha ralentizado hasta detenerse en los últimos 30 años. Se prevé que la cantidad de madera disponible para la cosecha disminuya después de 2039. Esta tendencia deberá revertirse muy pronto para aumentar rápidamente la superficie de bosques de coníferas. Esto requerirá un replanteamiento de cómo el Reino Unido equilibra la tierra para la silvicultura, la agricultura y la recuperación de la naturaleza.
En segundo lugar, es necesario mejorar la gestión forestal para sostener la productividad bajo el estrés creciente que causan las plagas, los patógenos y la sequía.
En tercer lugar, es necesario utilizar la madera de forma más eficiente. Esto incluye reducir los residuos durante el procesamiento, diseñar productos que duren mucho tiempo y reutilizar los productos de madera tantas veces como sea posible.
Por lo tanto, la política de cero emisiones netas del Reino Unido debe vincular el impulso para el uso de más madera con un plan claro sobre cómo se cultivará y gestionará los bosques necesarios para su suministro. Al mismo tiempo, cuando los responsables políticos evalúen los efectos climáticos de la tala de árboles, deben considerar el panorama completo. Esto implica considerar no solo lo que se pierde del bosque, sino también cómo se utiliza la madera, cuánto tiempo almacena carbono y en qué medida reemplaza materiales más contaminantes.
Este tipo de análisis conjunto y con visión de futuro, como el que desarrollamos en nuestro estudio, es esencial para que la madera desempeñe un papel verdaderamente sostenible en la lucha contra el cambio climático.
Este artículo se republica de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.
