La exposición global al plomo aún cuesta billones y pone en peligro a los niños, según un estudio


Alguna vez se pensó que el envenenamiento por plomo era en gran medida un problema del pasado, a medida que el mundo fue eliminando gradualmente la gasolina con plomo en los vehículos de carretera en 2021. Pero ¿se ha resuelto realmente la contaminación mundial por plomo?


por la Universidad Nacional de Singapur


Un nuevo estudio dirigido por el Dr. Chen Mengli, investigador del Instituto de Ciencias Marinas Tropicales de la Universidad Nacional de Singapur (NUS), en colaboración con investigadores del Imperial College de Londres, la Universidad de Warwick, la Universidad de Oxford, la Universidad de Jadavpur, la Universidad de Michigan, Ann Arbor, la Universidad Hebrea de Jerusalén, el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Bristol, mostró que la respuesta todavía no es: la exposición al plomo sigue siendo un desafío económico y de salud pública apremiante en el siglo XXI.

Los investigadores estimaron que la exposición continua al plomo en la infancia le cuesta al mundo más de 3,4 billones de dólares en potencial económico perdido cada año, con impactos desproporcionados en los países de ingresos bajos y medios.

Publicados en un artículo de revisión en Communications Earth & Environment el 30 de septiembre de 2025, los hallazgos sugieren que, sin medidas de protección más estrictas, la creciente demanda de electrificación y la deficiente regulación del reciclaje de productos con plomo podrían afianzar las desigualdades globales y retrasar décadas de progreso en la salud infantil. Para evitarlo, los investigadores propusieron una estrategia de cuatro pilares que los responsables políticos y las industrias pueden implementar hoy mismo.

Lecciones de la historia

El plomo ha estado presente en la sociedad humana durante miles de años, desde los sistemas de plomería del Imperio Romano hasta las pinturas, tuberías y aleaciones industriales que aún se utilizan en la actualidad. Su uso generalizado ha dejado un rastro tóxico. Algunas de las primeras intoxicaciones masivas se relacionaron con alimentos y bebidas contaminados en Europa hace siglos. Pero el incidente más reciente se produjo con la introducción de tetraetilo de plomo en la gasolina en la década de 1920, que durante décadas liberó millones de toneladas del metal a la atmósfera.

Para la década de 1970, niños de todo el mundo presentaban niveles peligrosamente altos de plomo en sangre, y las repercusiones fueron graves: causaban daños neurológicos, problemas de desarrollo e innumerables muertes prematuras. La prohibición final de la gasolina con plomo , completada a nivel mundial en 2021, se considera una de las grandes victorias de salud pública de la era moderna. Es importante destacar que demostró que una acción global decidida y coordinada podía reducir la exposición y salvar vidas.

Sin embargo, el equipo señaló que celebrar un mundo «sin plomo» era prematuro. Si bien los niveles de plomo en sangre disminuyeron en muchos países de altos ingresos, se estancaron o incluso volvieron a aumentar en partes de Asia, África y América Latina. La contaminación heredada de los suelos y la infraestructura, la combustión de carbón, numerosos productos con plomo, como la pintura con plomo, y el reciclaje informal de baterías de plomo-ácido y desechos electrónicos han mantenido viva la exposición.

«Es necesario cambiar la percepción de que el problema está resuelto. Siguen surgiendo nuevas fuentes de exposición y el plomo emitido históricamente se sigue redistribuyendo a través de diversos procesos naturales», añadió el Dr. Chen, también del Departamento de Geografía de la Facultad de Artes y Ciencias Sociales de la NUS.

La exposición y el costo económico actuales

La producción de plomo supera actualmente los 16 millones de toneladas anuales, de las cuales aproximadamente el 85 % se destina a baterías de plomo-ácido que alimentan vehículos, telecomunicaciones y sistemas de energía de respaldo. La producción anual supera actualmente el plomo total emitido durante toda la era de la gasolina con plomo.

Si bien estos artículos pueden reciclarse, gran parte del reprocesamiento se realiza en condiciones inseguras, especialmente en países de ingresos bajos y medios. Los centros de reciclaje informales, a menudo ubicados cerca de viviendas y escuelas, exponen a los trabajadores y a las comunidades circundantes a niveles peligrosos de plomo. La combustión de carbón, los suelos contaminados y la venta continua de pinturas, juguetes e incluso productos alimenticios con plomo agravan aún más los riesgos.

Los investigadores observaron en numerosas publicaciones que las consecuencias para la salud son más graves en los niños. Incluso en niveles bajos, el plomo puede dañar el cerebro en desarrollo, reduciendo el coeficiente intelectual (CI), perjudicando el aprendizaje y contribuyendo a problemas de conducta. Esta carga suele perdurar durante toda la vida, ya que sus efectos son irreversibles. En particular, el equipo estimó que la exposición infantil hoy en día se traduce en una pérdida económica global que supera los 3,4 billones de dólares anuales, equivalente a más del 2 % del PIB mundial.

Un enfoque de cuatro frentes para frenar un resurgimiento

El equipo destacó que reconocer los riesgos persistentes es el primer paso para prevenir otra crisis sanitaria mundial. El estudio describió cuatro áreas de acción urgentes para salvaguardar la salud pública y reducir la desigualdad:

  1. Gestionar el ciclo de vida de los productos que contienen plomo. Ante el aumento de la demanda de baterías y productos electrónicos, se requiere una supervisión más rigurosa para minimizar las fugas durante la producción, el uso y la eliminación.
  2. Eliminar las fuentes inseguras e ilícitas. El reciclaje informal y los productos con plomo, como pinturas con plomo, cerámica vidriada y especias adulteradas, siguen exponiendo a millones de personas a niveles peligrosos de plomo.
  3. Fortalecer el monitoreo y la participación comunitaria. La detección temprana de fugas de plomo suele contar con financiación insuficiente. Los avances en sensores de bajo costo y herramientas basadas en aprendizaje automático, combinados con el conocimiento local, pueden ayudar a identificar y abordar los puntos críticos con mayor eficacia.
  4. Captar el costo socioeconómico total. La exposición al plomo perjudica desproporcionadamente a las poblaciones desfavorecidas. Se necesitan mejores modelos y datos poblacionales para cuantificar los impactos a largo plazo en la salud, la educación y la productividad, así como para orientar respuestas políticas equitativas.

«El mundo celebró con razón la eliminación gradual de la gasolina con plomo como un triunfo de la cooperación internacional», afirmó. «Pero el problema de la exposición al plomo aún no ha desaparecido. Si no nos mantenemos alerta ante las nuevas fuentes de exposición y el legado de plomo en el medio ambiente, corremos el riesgo de repetir la misma tragedia», enfatizó la Dra. Chen.

Más información: Mengli Chen et al., Riesgo ambiental del plomo en el siglo XXI, Communications Earth & Environment (2025). DOI: 10.1038/s43247-025-02735-x