Los polinizadores —abejas, mariposas, escarabajos, aves y murciélagos— son responsables de la reproducción de más del 75% de los cultivos alimentarios del mundo. Sin embargo, en las últimas décadas sus poblaciones han sufrido descensos alarmantes. A las causas conocidas (pérdida de hábitat, enfermedades, cambio climático), se suma una amenaza menos visible: los plaguicidas sistémicos de nueva generación.
Redacción Noticias de la Tierra
Estos plaguicidas, diseñados para proteger a los cultivos desde el interior de sus tejidos, se aplican en semillas, suelos o foliares y se distribuyen por toda la planta. Esto significa que néctar, polen y gotas de exudado pueden contener trazas de los compuestos, lo que expone directamente a los polinizadores.
De los neonicotinoides a nuevas moléculas químicas 🧪🌱
Tras la creciente evidencia del impacto de los neonicotinoides, la Unión Europea prohibió gran parte de su uso. Sin embargo, han surgido sustitutos como las sulfoximinas (ej. sulfoxaflor), las butenolidas (ej. flupiradifurona) y los diamidas (ej. cyantraniliprole), que comparten el principio sistémico: penetran en toda la planta y permanecen activos por semanas o meses.
Aunque estas moléculas fueron presentadas como alternativas “más seguras”, estudios recientes muestran que pueden tener efectos subletales en los polinizadores:
- Alteraciones en el sistema nervioso que afectan la orientación y la memoria de las abejas.
- Reducción en la fertilidad de reinas y disminución del tamaño de colonias.
- Mayor vulnerabilidad frente a enfermedades y parásitos.
- Cambios en la microbiota intestinal, con efectos en la inmunidad.
Estos efectos, aunque no siempre producen mortalidad inmediata, comprometen la viabilidad a largo plazo de las poblaciones.
Un problema global 🌍🐝
El uso de plaguicidas sistémicos no se limita a Europa. En América Latina, África y Asia, donde la regulación es más laxa, su uso se expande rápidamente en cultivos como soja, maíz, algodón, girasol y frutales. Esto incrementa el riesgo de contaminación en paisajes agrícolas de alta biodiversidad.
Además, al ser solubles en agua, estos plaguicidas pueden lixiviarse y llegar a aguas superficiales y subterráneas, afectando insectos acuáticos que también cumplen roles de polinización o forman parte de cadenas tróficas esenciales.
Investigación y soluciones posibles 🔬🌱
La ciencia está explorando alternativas para reducir la dependencia de plaguicidas sistémicos:
- Manejo integrado de plagas (MIP): rotación de cultivos, trampas biológicas y control natural por enemigos de plagas.
- Bioinsecticidas y extractos vegetales: compuestos naturales con menor persistencia.
- Biotecnología agrícola: variedades resistentes a plagas que reducen la necesidad de químicos.
- Corredores de polinizadores y refugios florales: para fortalecer poblaciones silvestres.
El debate también alcanza a la política: algunos investigadores y organizaciones plantean la necesidad de aplicar un principio de precaución global similar al europeo, evitando reemplazar una molécula dañina por otra de efectos desconocidos pero potencialmente igual de peligrosos.
La seguridad alimentaria futura depende en gran medida de los polinizadores. Si continúan expuestos a químicos invisibles en el néctar y el polen, la agricultura podría enfrentar un colapso silencioso con consecuencias incalculables.
Referencias
- Siviter, H. & Muth, F. (2020). Do novel insecticides pose a threat to pollinators? Current Opinion in Insect Science.
- Lundin, O. et al. (2015). Neonicotinoid insecticides and their substitutes in sustainable agriculture. Ambio.
- FAO (2020). The State of the World’s Biodiversity for Food and Agriculture.
- Woodcock, B.A. et al. (2017). Country-specific effects of neonicotinoid pesticides on honey bees and wild bees. Science.
- EFSA (2022). Assessment of the risks of sulfoxaflor and flupyradifurone for bees.










