En los últimos años, científicos han reportado evidencias intrigantes que sugieren que la placa tectónica de Norteamérica podría estar sufriendo una transformación profunda.
Redacción noticias de la Tierra
Algunas teorías apuntan a que el manto terrestre, una capa viscosa ubicada debajo de la corteza, podría estar involucrado en un proceso que, a largo plazo, podría considerarse como una “desintegración” geológica del continente. Pero, ¿qué significa realmente esto? ¿Y qué tan sólida es la evidencia?
¿Qué es el manto terrestre y qué papel juega?
La Tierra está compuesta por varias capas: la corteza (donde vivimos), el manto, el núcleo externo y el núcleo interno. El manto terrestre se extiende desde unos 35 km hasta aproximadamente 2,900 km de profundidad. Aunque es sólido, se comporta como un fluido muy viscoso en escalas de tiempo geológicas.
El manto no es estático. Está en constante movimiento debido a corrientes de convección generadas por el calor del núcleo. Estas corrientes mueven las placas tectónicas —fragmentos de la litosfera— sobre las que descansan los continentes y océanos.
¿Qué está pasando bajo Norteamérica?
Estudios sísmicos avanzados, especialmente mediante tomografía sísmica, han revelado anomalías térmicas y de densidad bajo partes del continente norteamericano, particularmente debajo del sudoeste de Estados Unidos (como Arizona, Utah y Nuevo México).
Una investigación publicada en Geophysical Research Letters (2016) y trabajos posteriores han sugerido que porciones del manto litosférico bajo esta región podrían estar adelgazándose, reblandeciéndose o incluso «goteando» hacia el manto más profundo. Este fenómeno se conoce como delaminación litosférica.
¿Qué es la delaminación?
La delaminación es un proceso geodinámico en el que una parte de la litosfera (especialmente la parte inferior más densa) se separa y hunde hacia el manto inferior, mientras material caliente y menos denso del manto asciende para ocupar su lugar. Esto puede generar:
- Aumento del vulcanismo
- Deformación de la superficie terrestre
- Subsidencia o hundimiento de la corteza
- Anomalías térmicas detectables por imágenes sísmicas

¿Podría esto fragmentar el continente?
El término «desintegración» puede sonar catastrófico, pero en geología implica una reconfiguración lenta. No hablamos de que Norteamérica se partirá en dos mañana, sino de un proceso tectónico a escala de millones de años. La fragmentación parcial o debilitamiento de la base de la placa puede facilitar fallas, zonas de rift y futura actividad tectónica que podrían, eventualmente, modificar la forma del continente.
Un ejemplo real de este proceso en otra región es el Rift del Este de África, donde la corteza se está estirando y, en varios millones de años, podría dar lugar a un nuevo océano.
Otras señales de inestabilidad en Norteamérica
- La falla de Río Grande en Nuevo México es una zona activa de extensión de la corteza.
- Elevaciones anómalas en la topografía del suroeste de EE. UU. podrían estar relacionadas con el ascenso de material caliente del manto.
- Microterremotos y actividad sísmica leve en zonas no tradicionales están siendo estudiados como posibles indicadores de procesos profundos.
¿Estamos en peligro?
No hay evidencia de que este fenómeno represente una amenaza inmediata para la población. Estos procesos ocurren en escalas de millones de años, pero son importantes para entender cómo se forman y evolucionan los continentes. Además, podrían tener implicaciones para la actividad volcánica y sísmica local.
¿Se puede decir?: ¿se está “desintegrando” Norteamérica?
Desde un punto de vista geológico, sí hay indicios de que la estructura profunda de la placa norteamericana está cambiando, especialmente en su porción occidental. Procesos como la delaminación del manto litosférico sugieren un debilitamiento progresivo de la base tectónica del continente.
Sin embargo, la “desintegración” no implica un colapso catastrófico, sino un proceso de transformación lenta, impulsado por las dinámicas internas del planeta. A medida que la ciencia avanza, los modelos geodinámicos nos permiten entender mejor estos cambios, que no solo explican el pasado de la Tierra, sino también su futuro.
