La crisis de los océanos exige un nuevo tipo de ciencia


La comunidad científica mundial debe hacer oír su voz y dar forma a las respuestas a nuestra crisis oceánica, escriben los científicos del Grupo de Expertos Oceánicos del Consejo Científico Internacional.



[SciDev.Net] El océano es una fuente de vida y resiliencia: para las personas y las culturas, para los medios de vida y para la estabilidad climática.

Pero está bajo una presión creciente debido a la sobrepesca, el calentamiento, la contaminación, la acidificación, la desoxigenación y fenómenos climáticos extremos, todos ellos ocurriendo al mismo tiempo y a menudo interactuando.

El océano se precipita hacia cambios catastróficos con efectos cada vez más impredecibles y repentinos.

Como científicos oceanográficos, hemos documentado estos cambios en detalle y hemos estado haciendo sonar la alarma durante décadas, pero aún no se han tomado medidas políticas significativas.

Para ayudar a cerrar la brecha entre lo que la humanidad debe hacer y lo que estamos haciendo, necesitamos replantearnos nuestro papel como científicos: no solo para aportar conocimiento e ideas, sino como participantes activos del cambio. Esto requerirá cambios estructurales en nuestra forma de trabajar, nuestra financiación y formación, y nuestra forma de medir el éxito.

Alianzas oceánicas

Debemos ir más allá de informar las políticas y ayudar activamente a dar forma a las respuestas a los complejos problemas que enfrenta el océano.

Los científicos oceánicos deberían construir alianzas más fuertes con la sociedad civil, el gobierno y las comunidades indígenas y locales, involucrando a más personas antes para lograr soluciones más efectivas y equitativas.

Hemos visto muchos ejemplos sólidos de este tipo de trabajo. En Belice, científicos oceánicos trabajaron con pescadores, guías turísticos y el gobierno para desarrollar un proyecto de restauración de corales con algunas de las tasas de supervivencia a largo plazo más altas documentadas en la región.

En África del Norte y Occidental, la pesca ilegal y no reglamentada amenaza los ecosistemas marinos y la estabilidad económica. En este contexto, el proyecto de Gestión de Áreas Marinas y Costeras en África del Norte y Occidental proporciona a las instituciones regionales herramientas geoespaciales y capacitación para ayudarles a abordar estas amenazas.

Estas colaboraciones requieren trabajo y financiación adicionales. Pero la experiencia demuestra que valen la pena, tanto por la calidad de la investigación como por su impacto práctico.

Llamar la atención

Estos proyectos demuestran el valor de la interacción temprana con los responsables políticos y el gobierno. Podemos hacer nuestro trabajo, producir investigaciones rigurosas y publicar artículos, pero hay demasiado en juego como para detenernos ahí.

La ciencia debe mantenerse independiente para tener la libertad de criticar las políticas y la gobernanza. Pero podemos mantener nuestra integridad a la vez que comunicamos y diseñamos nuestro trabajo de manera que los responsables políticos escuchen y actúen, involucrándolos a ellos y a otros actores relevantes.

Debemos ser específicos sobre a quién queremos captar la atención. ¿Qué los motiva y cómo podemos involucrarlos? Incluso una participación a corto plazo puede influir en las políticas y la financiación.

También hemos visto muchos beneficios de una mayor participación comunitaria. Involucrar a la gente común en el proceso fortalece la confianza en la ciencia, algo fundamental ante la persistente desinformación sobre el clima y el medio ambiente.

Animar a la ciudadanía a participar e informar sobre la ciencia que les resulta relevante puede mejorar nuestra investigación y hacer que las políticas resultantes sean más eficaces y equitativas. Su participación también impulsa a la gente a impulsar más acciones.

Haciéndolo personal

Parte del desafío que enfrentamos es la inmensidad del océano y la magnitud de las amenazas que enfrenta. Necesitamos acercar la ciencia a la realidad y conectar a las personas con los problemas y las soluciones, demostrando que, si bien estos sistemas son complejos, no son ilimitados.

Podemos empezar explicando la importancia del océano no solo en términos ambientales, sino también para la vida de las personas, el empleo, la salud y la seguridad alimentaria. La colaboración interdisciplinaria con sociólogos del clima, científicos del comportamiento y educadores puede mejorar la comprensión de las opiniones y narrativas que motivan la acción (o la inacción), y cómo podemos comunicarnos de forma más eficaz.

Esto es mucho, y es importante que no atribuyamos toda la responsabilidad a científicos individuales. Muchos simplemente intentan sobrevivir en el sistema, y ​​nos encontramos ahora en un momento excepcionalmente difícil para la ciencia.

Podemos empezar a mejorar esto analizando cómo definimos y reconocemos el impacto. ¿Qué pasaría si evaluáramos el trabajo no solo por los artículos publicados, sino también en términos de los responsables de la toma de decisiones o las comunidades involucradas? Cambiar las métricas de éxito podría ampliar el tipo de investigación que elegimos —y podemos permitirnos— priorizar.

También debemos pensar en cómo se asignan los fondos y enfatizar la colaboración interdisciplinaria que nos permita aportar más perspectivas y experiencia, en lugar de esperar que cada científico equilibre cada vez más tareas que exigen habilidades diversas.

Y, por supuesto, los gobiernos y las instituciones deben brindar más apoyo (dinero y respaldo) para ayudar a que este compromiso más profundo sea posible.

Atravesamos un período extraordinario de crisis ambientales, sociales y geopolíticas entrelazadas. Las ciencias oceánicas pueden ser parte de la solución, no solo a los enormes desafíos ambientales que enfrentamos, sino también fomentando la colaboración que puede contribuir a la comprensión, la solidaridad global y la diplomacia.

A medida que la ciencia y la infraestructura que la respalda se ven cada vez más marginadas, desfinanciadas o politizadas, es vital defender nuestro papel en el centro de una gobernanza justa, inclusiva y con visión de futuro.

Se les exige mucho a los oceanólogos, ya que este campo aborda problemas sociales y ambientales urgentes. A veces, puede parecer que nuestras advertencias pasan desapercibidas. Pero no podemos dejar de esforzarnos. El futuro del océano y de las sociedades que lo sustentan depende de ello.

Este artículo está escrito por científicos interdisciplinarios convocados por el Consejo Científico Internacional: Lynne Shannon; Peter Haugan; Kwame Adu Agyekum; Maritza Cárdenas Calle; Valérie Masson-Delmotte; Michelle Mycoo; Ilka Peeken; Fangli Qiao; Awnesh Singh; Sabrina Speich; Rashid Sumaila; Mia Strand.

Este artículo fue producido por el departamento global de SciDev.Net.