Captura de carbono en suelos mediterráneos: cómo las tierras agrícolas pueden atrapar gases de efecto invernadero


Imaginemos si pudiéramos encontrar una forma de capturar los gases de efecto invernadero que están calentando nuestro planeta. Una forma de hacerlo es la agricultura de carbono, una práctica que tiene un gran potencial como modelo de negocio ecológico, especialmente en países con clima mediterráneo.


de Paula Pérez González-Anguiano, Carlos Alberto Torres Guerreo y Cèlia Guixé Marsiñach


La agricultura de carbono funciona incorporando materia orgánica al suelo, aumentando así su almacenamiento de carbono orgánico. Algunas de las prácticas de agricultura de carbono más importantes son la agroforestería , la cobertura orgánica del suelo , la reducción del arado, el uso eficaz del agua y la gestión integrada de la fertilización, que incluye la planificación y aplicación eficiente de los nutrientes de los cultivos y la priorización del uso de fertilizantes orgánicos.

Estas prácticas tienen otros beneficios. Mejoran los servicios ecosistémicos (los beneficios que un ecosistema proporciona a la sociedad), nos acercan a una economía circular y ayudan a prevenir y controlar la contaminación. También protegen y restauran la biodiversidad.

Sin embargo, en la región mediterránea existen diversas barreras técnicas, económicas y sociales para consolidarlo como un modelo de negocio sostenible.

Compra y venta de carbono

Los mercados de carbono surgieron como una forma de incentivar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Estos sistemas utilizan créditos de carbono como unidad de medida financiera: un crédito de carbono representa una tonelada de CO₂ que se ha reducido, evitado o eliminado de la atmósfera.

Actualmente existen tres sistemas principales para el comercio de créditos de carbono : mercados regulados, voluntarios e híbridos.

El primero de ellos, el Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (EU ETS) , obliga por ley a las empresas a reducir sus emisiones o a comprar permisos si superan los límites. Se aplica a los grandes emisores, como el transporte y la aviación, pero no a la agricultura.

El mercado voluntario es utilizado por empresas que no están legalmente obligadas a reducir sus emisiones, pero que desean hacerlo como parte de sus estrategias de sostenibilidad, marketing y responsabilidad corporativa. En este mercado, organizaciones independientes certifican los proyectos que generan estos créditos.

El sistema híbrido combina mercados voluntarios y regulados para reducir las emisiones. Si bien puede traer beneficios, la falta de transparencia y estándares crea un terreno fértil para el lavado de imagen, cuando las empresas simulan ser sustentables sin un compromiso real.

En 2021, la Comisión Europea desarrolló un marco voluntario para certificar proyectos de captura de carbono en sectores como la agricultura, lo que permitió que pudieran integrarse en la Política Agrícola Común de la Unión Europea , que incluye incentivos financieros para prácticas sostenibles.

Sin embargo, la complejidad agrícola y climática del Mediterráneo dificulta el seguimiento y la verificación de los niveles de carbono en los suelos agrícolas.

Medición del suelo mediterráneo

La región mediterránea se enfrenta a fenómenos meteorológicos extremos que afectan a la captura de carbono, como sequías, olas de calor y lluvias intensas. La elevada variabilidad climática dificulta el establecimiento de puntos de referencia fiables, lo que obliga a realizar un seguimiento adaptativo y cuidadosamente focalizado.

Además, la región cuenta con una variedad de tipos de suelos (calizos, arcillosos y arenosos), cada uno con diferentes capacidades para retener y almacenar carbono. Esta diversidad dificulta el seguimiento y la cuantificación precisa del carbono almacenado y, por lo tanto, la remuneración de los agricultores por el secuestro de carbono que generan.

Por ello, varios centros de investigación, como el Centro Tecnológico BETA de la UVic-UCC , están trabajando para identificar y desarrollar tecnologías y metodologías a medida que puedan detectar pequeños cambios en el suelo para poder medir los niveles de carbono.

¿Cómo podemos medir el carbono en el suelo?

Gracias a los modelos matemáticos desarrollados en proyectos de larga duración, es posible determinar la cantidad de materia orgánica presente en una muestra de suelo representativa de una zona determinada. A partir de ahí, se estima el CO₂ contenido en esa fracción de materia y, por tanto, el carbono que ha capturado.

Es más fácil aplicar modelos como estos en terrenos homogéneos, como el cinturón maicero de Estados Unidos, donde el muestreo requiere menos esfuerzo. En Europa, la mayor variedad complica las cosas y encarece los planes de muestreo, generalmente a expensas de los productores. En el caso de la región mediterránea, los modelos que han sido calibrados específicamente para sus condiciones agroclimáticas producen mediciones de carbono más precisas.

Herramientas de medición

Las técnicas de teledetección son la herramienta potencialmente más útil en este caso. Utilizan imágenes satelitales multiespectrales de alta resolución , compuestas por múltiples bandas del espectro electromagnético (por ejemplo, infrarrojo o ultravioleta), donde cada banda proporciona datos específicos que pueden usarse para estimar algunas propiedades del suelo, como el contenido de materia orgánica. De esta manera, podemos calcular posibles aprovechamientos que resulten del manejo agronómico.

Los vehículos aéreos no tripulados, como los drones, pueden captar información detallada sobre la vegetación, el tipo de suelo y los niveles de humedad, todos ellos relacionados también con la cantidad de carbono secuestrado. Las imágenes tomadas en diferentes longitudes de onda permiten realizar estimaciones de la biomasa del suelo y de la materia orgánica.

Asimismo, las torres de flujo de CO₂ o torres de intercambio de gases (dispositivos de alta tecnología que miden las concentraciones de gases en el aire miles de veces por minuto) son muy útiles para medir la cantidad de CO₂ que libera el suelo de un campo. Los datos obtenidos se incorporan a una serie de ecuaciones que estiman cuánto gas entra y sale del ecosistema.

La agricultura de carbono en el Mediterráneo tiene un gran potencial, pero se enfrenta a desafíos debido a la diversidad agroclimática y la falta de métodos estandarizados. Mecanismos como la PAC y los mercados voluntarios pueden impulsar la neutralidad climática, pero solo si se adaptan a las condiciones locales.

Este artículo se publica nuevamente en The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original .