Un estudio constató que más de la mitad de los ríos brasileños pueden padecer una disminución de su flujo a causa de la transferencia de agua hacia los acuíferos
AGENCIA FAPESP/DICYT Más de la mitad de los ríos brasileños están sujetos a riesgos de padecer una disminución de sus caudales debido a la percolación del agua en dirección a los acuíferos subterráneos. Esta constatación surgió del análisis de 17.972 pozos en todo el territorio nacional. En un 55,4 % de los casos exhibieron niveles de agua situados por debajo de la superficie de los ríos más cercanos. Esta diferencia en el nivel hidráulico crea un gradiente que favorece la percolación del agua de los ríos hacia el subsuelo, que puede hacer que esos cursos de agua se conviertan en perdedores de flujo del líquido elemento. Este estudio, a cargo de investigadores de Brasil y del exterior, salió publicado en el periódico científico Nature Communications.
“A causa de las condiciones climáticas y la intensa actividad agrícola, son áreas especialmente críticas la cuenca del río São Francisco y la región conocida como Matopiba [que abarca los estados de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía], ambas sumamente dependientes de las aguas subterráneas para la irrigación y el suministro humano”, dice Paulo Tarso Sanches de Oliveira, segundo autor del estudio, docente de hidrología y recursos hídricos de la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul (UFMS) y del Programa de Posgrado en Ingeniería Hidráulica y Saneamiento de la Escuela de Ingeniería de São Carlos de la Universidad de São Paulo (EESC-USP).
En el caso de la cuenca del São Francisco, el 61 % de los ríos analizados exhibió un potencial de pérdida de flujo de agua hacia el acuífero, un resultado que se le atribuye al uso intensivo de aguas subterráneas, fundamentalmente para el riego. La situación es aún peor en la cuenca del río Verde Grande, un afluente del São Francisco, que se extiende por el norte de Minas Gerais y el sudoeste de Bahía. En este caso, el potencial de pérdida de flujo llega a afectar al 74 % de los ríos. “Estas dos cuencas son cruciales para la agricultura y la generación de energía hidroeléctrica en Brasil. Lo que está sucediendo pone en riesgo no solamente la sostenibilidad local, sino también la seguridad hídrica, alimentaria y energética a gran escala”, comenta Sanches de Oliveira.
Un fuerte factor de impacto lo constituye la perforación indiscriminada de pozos para la irrigación agrícola o para el consumo privado. Un estudio publicado en 2021 por Ricardo Hirata y colaboradores mostró que existían en aquel momento cerca de 2,5 millones de pozos tubulares en Brasil, ilegales en un porcentaje que superaba el 88 %, al carecer de permiso o registro para el bombeo. El volumen de agua bombeada, del orden de los 17.600 millones de metros cúbicos anuales, sería suficiente como para atender a toda la población brasileña, pero lo usufructuaba menos del 20 % de la población.
Amén de que el bombeo compromete seriamente el caudal de los ríos, afectando con ello la disponibilidad de agua para el consumo humano, los ecosistemas acuáticos y el propio paisaje, el uso excesivo de agua subterránea puede causar la subsidencia del suelo, es decir, el hundimiento e incluso el colapso de la superficie. “Este escenario ya se ha observado en la India y en California, y Brasil puede enfrentar problemas similares de no hacerse una planificación y un control adecuado. Esta advertencia es aún más relevante frente a las proyecciones que apuntan una expansión superior al 50 % de las áreas irrigadas en el país durante los próximos 20 años, lo que presionará más aún sobre los recursos hídricos superficiales y subterráneos”, subraya el investigador.
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