Los PFAS están presentes en el agua de lluvia de Miami. Y es la prueba más reciente de que los “químicos permanentes” sintéticos, que han suscitado preocupaciones sobre la salud de las personas y la vida silvestre, se desplazan en el ciclo del agua, utilizando el complejo sistema para circular a mayores distancias.
Por Angela Nicoletti, Universidad Internacional de Florida
Durante más de un año, los investigadores de FIU recogieron y analizaron 42 muestras de agua de lluvia en tres sitios diferentes del condado de Miami-Dade. Se detectaron un total de 21 sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, o PFAS, entre ellas PFOS y PFOA (cuya producción se ha dejado de lado debido a preocupaciones por el riesgo de cáncer), así como las variedades más nuevas que se utilizan en la fabricación actual.
Si bien los perfiles de varios PFAS coincidían con las fuentes locales, otros no. Según el estudio, publicado en Atmospheric Pollution Research , esto sugiere que la atmósfera de la Tierra actúa como una vía para transportar estos productos químicos a lo largo y ancho, lo que contribuye al problema de la contaminación mundial.
“Los PFAS están prácticamente en todas partes”, dijo Natalia Soares Quinete, profesora adjunta de química de la FIU y autora del estudio. “Ahora podemos demostrar el papel que desempeñan las masas de aire al llevar potencialmente estos contaminantes a otros lugares donde pueden afectar las aguas superficiales y subterráneas”.
Los PFAS, que se utilizan ampliamente en productos de consumo (utensilios de cocina antiadherentes, ropa, cosméticos, envases de alimentos, detergentes y espumas ignífugas, por nombrar algunos), se crearon deliberadamente para que sean casi indestructibles. No se descomponen fácilmente ni desaparecen.
Una vez en el medio ambiente, se acumulan con el tiempo. Las personas pueden ingerirlos o inhalarlos, y la exposición a ellos se ha relacionado con daños en el hígado y los riñones, problemas de fertilidad, cáncer y otras enfermedades. La EPA advirtió que incluso niveles bajos de exposición pueden ser peligrosos y estableció límites estrictos cercanos a cero para algunos PFAS en el agua potable.
Sin embargo, todavía no está claro cómo exactamente estos químicos de larga duración viajan a través del medio ambiente.
Quinete, quien dirige el laboratorio de Contaminantes Emergentes de Preocupación en el Instituto de Medio Ambiente de FIU, ha estado tratando de reconstruir este panorama.
Su grupo de investigación es uno de los primeros en realizar un seguimiento exhaustivo de la prevalencia de contaminantes persistentes en el sur de Florida. Han detectado PFAS en el agua potable y en las aguas superficiales , incluida la bahía Biscayne. Y, posteriormente, también encontraron PFAS en animales que viven en esas áreas, incluidas ostras y peces y langostas de uso recreativo de importancia económica. La lluvia fue el siguiente lugar natural en el que el equipo buscó.
Los PFAS pueden infiltrarse en la atmósfera por evaporación o por absorción en partículas microscópicas y polvo. El viento y las corrientes de aire cambiantes los transportan. Finalmente, llueve. Cada gota que cae a la tierra arrastra consigo algunos de los contaminantes. El ciclo comienza, termina y vuelve a comenzar.
Esto se reflejó en los datos del equipo.
Entre octubre de 2021 y noviembre de 2022, los PFAS detectados con mayor frecuencia y en mayor cantidad en el agua de lluvia de Miami, en el 74 % de las muestras, fueron los PFCA, que se utilizan habitualmente en productos antiadherentes y resistentes a las manchas, envases de alimentos y espumas contra incendios. Los investigadores detectaron previamente altos niveles de estos compuestos en aguas superficiales cercanas, una señal de que provienen de fuentes locales.
Sin embargo, en ciertas épocas del año se produjo un cambio notable. Las concentraciones de PFAS se dispararon repentinamente durante la estación seca (de octubre a mayo), coincidiendo con el movimiento de masas de aire del noreste hacia Miami. También aparecieron más PFAS emergentes, incluidos los que se encuentran típicamente en Carolina del Norte y otros estados, donde las instalaciones producen productos hechos con estas sustancias químicas particulares.
“Las variaciones estacionales nos resultaron interesantes”, dijo María Guerra de Navarro, una estudiante de posgrado en el laboratorio de Quinete que ayudó a dirigir el estudio. “Sabemos que hay estados del norte con una producción que coincide con la de los PFAS que vimos, por lo que es probable que provengan de ahí”.
Esto es lo que los investigadores sospechan que está sucediendo: el aire más seco en las corrientes del norte crea las condiciones perfectas para que se dispersen más polvo y partículas cargadas de PFAS. La lluvia, que “lava” esos contaminantes del aire, podría explicar las mayores concentraciones de contaminantes. Guerra de Navarro está examinando actualmente este tipo de deposición seca, midiendo cuántos PFAS se pueden agrupar en partículas más pequeñas que 10 micrones, siete veces más pequeñas que una hebra de cabello humano (70 micrones).
Al igual que en sus investigaciones anteriores, el equipo espera que los datos puedan ayudar a orientar futuras soluciones y regulaciones para controlar y reducir los PFAS.
“Se trata de crear conciencia de que todo esto es un solo mundo”, afirma Guerra de Navarro. “Lo que ocurre en una zona puede tener repercusiones aquí, allá, en todas partes. Tenemos que pensar en cómo evitar que estas sustancias químicas se esparzan por todo el mundo”.
Más información: Maria Guerra de Navarro et al, Está lloviendo PFAS en el sur de Florida: Presencia de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) en la deposición atmosférica húmeda de Miami-Dade, sur de Florida, Atmospheric Pollution Research (2024). DOI: 10.1016/j.apr.2024.102302