Una erupción volcánica hace 22 millones de años desencadenó un flujo de sedimentos que preservó un bosque de manglares
STRI/DICYT Hoy en día, la Isla Barro Colorado (BCI) es la isla más grande de la vía interoceánica del Canal de Panamá, una cima de montaña aislada durante las etapas finales de la construcción del Canal en 1914, cuando el río Chagres fue represado para crear lo que fue el lago artificial más grande de su tiempo, el lago Gatún. Pero hace 22 millones de años, durante la época del Mioceno temprano, Barro Colorado era un bosque de manglares, que fue cubierto por un lahar volcánico y redescubierto recientemente por investigadores en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI).
Este descubrimiento se detalla en el artículo científico «Un bosque fósil de manglar del Mioceno temprano (Aquitania) enterrado por un lahar volcánico en la isla de Barro Colorado, Panamá», publicado en línea en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology en diciembre de 2023. Se encontraron muestras de mangle fosilizado durante una exploración geológica de la isla en 2018, lo que sugiere que había un bosque de manglares que crecía a lo largo de la costa de la cadena volcánica del centro de Panamá.
«Es difícil conocer la extensión del manglar durante el Mioceno, o del lahar, aunque la fuente volcánica probablemente provino del complejo volcánico Las Cascadas», explica la investigadora asociada de STRI y profesora de la Universidad EAFIT, Camila Martínez, autora principal del artículo.
En ese momento, Panamá formaba parte de una larga y estrecha península que se conectó con América del Norte a medida que aumentaba la actividad geológica en la región, y que estaba separada de América del Sur por la vía marítima centroamericana.
Los entornos marinos y costeros permitieron que este bosque de manglares se extendiera por toda la región, hasta que una intensa erupción volcánica desencadenó un lahar—un flujo de agua, lodo, cenizas y rocas—que sepultó el bosque, atrapándolo sin el oxígeno necesario para descomponer la madera, preservándola así intacta. Los investigadores creen que este lahar fue un evento único, una sola capa de material volcánico que cubrió efectivamente todo el bosque.
Utilizando mapas generados por sobrevuelos LiDAR (sistema de medición y detección de objetos mediante luz), las 121 muestras fósiles descubiertas fueron localizadas y analizadas por los autores. El análisis determinó la presencia de una sola especie de mangle, a la que denominaron como nueva especie Sonneratioxylon barrocoloradoensis Pérez-Lara sp. nov.
Esta especie solo tiene un pariente vivo lejano, Sonneratia, que se encuentra en el sudeste asiático. Dado que hay pocas especies de plantas en los bosques de manglares que existen tanto en el sudeste asiático como en el Neotrópico, esto sugiere que esta especie de manglar podría haber tenido una distribución más amplia alrededor de los trópicos en épocas prehistóricas antes de que se extinguiera en las Américas.
«Aunque hay muchas maderas fosilizadas descritas en Panamá, este es el primer registro de este género. Esto puede deberse a que los manglares ocupan espacios y condiciones muy reducidas y específicas», explicó Martínez. «Es más probable encontrar registros fósiles de otros tipos de bosques, como la selva tropical, de la que tenemos evidencia del Mioceno en Panamá. Sin embargo, hay evidencia documentada (polen) de la presencia de manglares».
Con base en el análisis de las muestras de madera, el bosque de manglares de BCI era más alto que los manglares actuales (incluida la moderna Sonneratia del sudeste asiático), alcanzando una altura promedio de 25 metros (82 pies), con algunos especímenes que crecían hasta 40 metros (131 pies). Debido a la alta concentración atmosférica de dióxido de carbono en ese momento, la madera del bosque de manglares tenía una concentración de hasta 500 ppmv (partes por millón en volumen), en comparación con el promedio de concentración actual de los manglares de 400 ppmv.
«Este descubrimiento nos ayuda a entender el tipo de vegetación que existía en zonas que acababan de emerger del océano», añade Martínez. Estos hallazgos también resaltan la historia dinámica y la adaptabilidad de los bosques de manglares, dado que la supervivencia de las especies dominantes de manglares depende de su capacidad para adaptarse a las condiciones de agua salada.
«El Monumento Natural BCI, así como sus alrededores, están llenos de fósiles de madera excepcionalmente bien conservados. Cada vez que hablamos de este proyecto, más investigadores y guardaparques nos hablan de nuevos registros en la zona. Hay especialmente un lugar en la península de Gigante, que actualmente estamos investigando y que también va a proporcionar muchas pistas sobre la historia de la vegetación de BCI», añade Martínez. «Estudiar la madera fósil en todo el Monumento es una de nuestras prioridades, sin embargo, tenemos que seguir encontrando métodos que nos permitan superar el gran desafío de tener solo pequeños afloramientos para interpretar la edad y el contexto geológico de estas muestras».
Los descubrimientos de este estudio aparecerán en el número de marzo de 2024 de Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. El Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, en ciudad de Panamá, Panamá, es una unidad de la Institución Smithsonian. El Instituto promueve la comprensión de la naturaleza tropical y su importancia para el bienestar de la humanidad, capacita estudiantes para llevar a cabo investigaciones en los trópicos, y fomenta la conservación mediante la concienciación pública sobre la belleza e importancia de los ecosistemas tropicales.