Trazando el futuro de los incendios forestales


Los incendios, los animales herbívoros y las acciones humanas se entrelazan en un delicado equilibrio en los ecosistemas forestales de los países mediterráneos.


Alba Márquez, BC3 – Basque Centre for Climate Change and Adrián Regos, Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña


Son fundamentales para su supervivencia: influyen en la regeneración de la vegetación, el aporte de nutrientes y la biodiversidad.

Sin embargo, como cada verano nos recuerda, la amenaza de incendios forestales extremos persiste en la región. Es esencial entender cómo interactúan todos los elementos implicados y cómo podemos intervenir para un futuro con ecosistemas más resilientes y seguros.

Mapas de los incendios forestales ocurridos entre enero y agosto del 2023. Copernicus

Incendios cada vez más intensos

Los incendios que afectan al Mediterráneo siguen patrones recurrentes que conducen a fuegos cada vez más intensos.

Estos patrones están arraigados a factores comunes como el abandono rural, la falta de ganadería extensiva y la escasa gestión forestal, que dan lugar a bosques más densos y continuos.

Además, la supresión eficaz de incendios de baja y media intensidad ha conllevado mayor acumulación de combustible, un fenómeno que conocemos como paradoja de la extinción.

El cambio climático ha intensificado la situación, lanzando un desafío adicional. Sin embargo, contamos con herramientas modernas para abordar estos desafíos. Concretamente la modelización, la creación de escenarios y la inteligencia artificial pueden orientarnos hacia una gestión y prevención más efectiva de los incendios.

Herramientas para hacer pronósticos

Los modelos son representaciones simplificadas basadas en datos científicos que nos permiten simular cómo funcionan los sistemas en diferentes circunstancias. Por su parte, los escenarios exploran posibles futuros en función de diversas suposiciones, proporcionando una visión estratégica a largo plazo.

Estas herramientas son vitales, ya que nos ayudan a comprender los incendios desde múltiples ángulos. Proporcionan una base objetiva y sistematizada para prever los impactos socioecológicos y diseñar estrategias de mitigación y gestión más efectivas.

Sin embargo, la tarea no es sencilla. No existe un modelo de incendios universal: son fenómenos complejos, por lo que cada modelo se tiene que adaptar a un objetivo, un contexto y una situación particular.

El desafío radica en la interacción entre el fuego y la sociedad, que cambia dependiendo del escenario. La limitada comprensión físico-química de los incendios extremos de gran escala y la falta de datos añaden capas de complejidad. Para terminar, el cambio climático y el aumento del combustible presentan situaciones desconocidas que requieren una investigación exhaustiva.

El ejemplo de Sicilia

En el corazón del Mediterráneo, Sicilia nos ofrece una visión de primera mano de los incendios extremos y sus consecuencias.

Desde el grupo de ARIES del BC3 (Basque Centre for Climate Change) hemos analizado más de 7 000 incendios históricos en esta región, que revelan un escenario sombrío: el aumento de las temperaturas, la sequía persistente y la gestión forestal inadecuada son los catalizadores principales.

Los modelos de inteligencia artificial pronostican un aumento del 320 % en la probabilidad de incendios entre 2020 y 2050. Las zonas vulnerables, como la interfaz urbano-forestal y las áreas protegidas aumentarán el doble su probabilidad de incendio y servicios ecosistémicos como la polinización o la biodiversidad enfrentarán un mayor riesgo.

Modelización de la probabilidad media de incendio forestal en Sicilia (Italia) en agosto de 2020 y en agosto de 2050. ARIES – BC3, CC BY-NC-SA

Más fuegos en Galicia y Portugal

En la vertiente atlántica, el proyecto FireSmart, liderado por el grupo CIBIO/InBIO de la Universidad de Porto y la Universidad de Santiago de Compostela (USC), está en la misma sintonía. Este proyecto modela la dinámica del fuego, el secuestro de carbono y la distribución de especies en 11 escenarios en la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Gerês-Xurés, entre Galicia y Portugal.

El modelo revela un aumento del 25 % en las áreas quemadas y una disminución del 18 % en la biodiversidad. Señala como principales causas el cambio climático, el abandono rural y la gestión del fuego centrado en la extinción. Sin embargo, también ofrece soluciones esperanzadoras, destacando la importancia de una gestión inteligente del territorio que combine la expansión de tierras agrícolas de alto valor natural con la gestión forestal inteligente.

Escenarios posibles de diseño de gestión del territorio: paisaje no gestionado, sistemas de alto valor natural (SAVN), gestión forestal inteligente (Fire Smart), sistemas de alto valor natural y gestión forestal inteligente (SAVN + Fires Smart). WWF, CC BY-SA

Llegando a las mismas conclusiones que el estudio en Sicilia, se ponen de manifiesto las ventajas de integrar el control del riesgo de incendios y el suministro de servicios ecosistémicos para mejorar la toma de decisiones. Además, los hallazgos muestran cómo las políticas agroforestales podrían beneficiar a la biodiversidad al tiempo que proporcionan más oportunidades de supresión de incendios.

La necesidad de incorporar en los modelos la valoración económica de los servicios ecosistémicos y trabajar de forma transversal con todas las partes implicadas es esencial para una gestión eficiente en la prevención de incendios forestales.

El Pacto Verde de la Unión Europea proporciona una oportunidad para fusionar estas perspectivas en políticas agroforestales en prevención de incendios. No obstante, el desafío persiste en abordar el abandono rural y adoptar estrategias climáticamente inteligentes como la reforestación selectiva y la restauración del paisaje.

Al considerar una variedad de sectores sociales y económicos, además de los aspectos biogeográficos y ecológicos, podemos avanzar hacia una gestión más inteligente de los incendios forestales y la protección de nuestros paisajes naturales.

Alba Márquez, Associate research scientist, BC3 – Basque Centre for Climate Change and Adrián Regos, Investigador Postdoctoral Juan de la Cierva, Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.