En 2021 se aprobó la ley europea del clima bajo el pleno convencimiento de que es necesario actuar de manera urgente para preservar el futuro de nuestras próximas generaciones.
Patricia Pizarro de Oro, IMDEA ENERGÍA
Esta ley implica que combatir el cambio climático deja de ser un compromiso para convertirse en obligación legal. Y fija el 2050 como plazo para alcanzar la neutralidad climática, es decir, cero emisiones netas de gases de efecto invernadero.
Como meta intermedia para ayudar a alcanzar este objetivo tan ambicioso, las emisiones de la Unión Europea deberán haberse reducido en 2030 al menos un 55 % respecto a 1990. Para ello, se han propuesto un conjunto de actuaciones sobre el clima y la energía recogidas en el denominado paquete Objetivo 55.
Las medidas incluyen, entre otras, el fomento de las energías renovables y del ahorro energético, el pago por las emisiones de CO₂, el uso de vehículos eléctricos y el consumo de combustibles de menor impacto ambiental.
El sector del transporte en el punto de mira para combatir el cambio climático
El consumo de combustibles fósiles en el sector transporte es uno de los principales causantes de las emisiones de gases de efecto invernadero. Se estima que produce una cuarta parte de las emisiones en la Unión Europea y una quinta parte de las emisiones mundiales. Por eso el paquete Objetivo 55 contempla medidas específicas para lograr un transporte más eficiente y sostenible.
Pero no todos los tipos de transporte pueden adaptarse con la misma facilidad ni con la misma velocidad. La sustitución de los combustibles fósiles por energía eléctrica o por hidrógeno es ya una realidad en los vehículos del transporte por carretera. Sin embargo, en el caso del marítimo y, sobre todo, del aéreo, esas alternativas tecnológicas son mucho más difíciles de implantar.
Las opciones más viables a medio plazo se reducen a la utilización de combustibles líquidos que sean sostenibles.
Cómo hacer sostenible el combustible para aviación
Los combustibles sostenibles de aviación, también conocidos como SAF (siglas de sustainable aviation fuel), son la principal apuesta para descarbonizar el sector de la aviación.
Los SAF son combustibles líquidos obtenidos a partir de residuos orgánicos de origen biológico (biocombustibles o bio-jet) o a partir del dióxido de carbono capturado del aire e hidrógeno renovable (combustible sintético o e-jet).
En ambos casos, su combustión en los motores de turbina libera CO₂, pero en cantidades equivalentes a las consumidas directa o indirectamente durante la fabricación del combustible. Según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), los SAF utilizados actualmente en los vuelos comerciales pueden reducir hasta un 80 % las emisiones de CO₂.
Hoja de ruta para implantar los SAF en la UE
Las directrices europeas para mitigar el impacto ambiental del sector de aviación están recogidas en el reglamento Refuel Aviation, estableciendo estas obligaciones:
- Los suministradores de combustibles deberán aumentar de manera progresiva el porcentaje de SAF introducido (preferiblemente de tipo sintético) en su formulación. En el año 2050 este porcentaje deberá ser un 70 %.
- Las aerolíneas deberán repostar tan solo la cantidad de combustible necesaria para el trayecto a realizar. Esto evitará un exceso de emisiones provocado por la sobrecarga de combustible.
- Los aeropuertos deben garantizar la existencia de infraestructura necesaria para las actividades de repostaje de combustibles sostenibles.
El proyecto BIOCTANE
Aunque las directrices son claras, el principal reto para cumplir los objetivos del reglamento Refuel Aviation es la baja capacidad productiva actual de SAF. Además, el tipo de combustible fabricado no puede inyectarse puro porque no cumple por sí solo con las especificaciones técnicas, sino que debe mezclarse con el de origen fósil.
En noviembre de 2022, iniciamos el proyecto BIOCTANE financiado por el programa Horizon Europe, con el objetivo de explorar una nueva ruta sostenible de producción de SAF. El proyecto está liderado por IMDEA Energía y en él participan un total de seis organismos de investigación europeos.
En BIOCTANE buscamos desarrollar un nuevo proceso para la conversión de desechos orgánicos –urbanos, agrícolas e industriales– en SAF mediante la integración sinérgica entre la biotecnología y la catálisis. Al dar valor a los residuos convirtiéndolos en recursos contribuimos a los principios de la economía circular. Es más, dentro del proceso global propuesto se contempla aprovechar las corrientes residuales generadas para la fabricación de otros productos de interés, como los fertilizantes e hidrógeno.
Este es sólo un ejemplo de las muchas iniciativas que demuestran que la descarbonización del sector de aviación está en marcha y con grandes expectativas. Como científicos, nuestra mayor motivación es contribuir a asegurar un futuro sostenible y lleno de oportunidades para nuestras futuras generaciones.
Patricia Pizarro de Oro, Investigadora senior en la Unidad de Procesos Termoquímicos, IMDEA ENERGÍA
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.