Un equipo de investigación de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) ha liderado un estudio internacional para analizar la respuesta de las especies venenosas a las alteraciones de los ecosistemas
URJC-UCC+I/DICYT Diferentes animales han adquirido la capacidad de producir e inyectar veneno. En algunas ocasiones, las especies venenosas, como serpientes, arañas o medusas, entran en contacto con los humanos o con animales domésticos, produciendo accidentes que pueden llevar a sufrir serias lesiones o hasta ocasionar la muerte. Estos accidentes ocurren predominantemente en las regiones más pobres del planeta, causando un gran número de decesos en todo el mundo o incapacidades en personas trabajadoras.
Un equipo interdisciplinar de investigadores del grupo de Biogeografía y Cambio Global de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), la Universidade Federal de Sergipe (UFS), en Brasil, y la Universidad de Costa Rica (UCR) ha analizado en un artículo científico, publicado recientemente en la revista Global Change Biology, cómo afecta el cambio climático a la supervivencia de estas especies o cómo se están adaptando a los entornos urbanos. “Las especies tienden a ser rehenes de su propia fisiología, pudiendo habitar solamente en regiones donde existen las condiciones climáticas adecuadas para sobrevivir y reproducirse, y en esto las especies venenosas no son una excepción”, señala el profesor Miguel Á. Olalla-Tárraga de la URJC. En este sentido, los investigadores apuntan a que “es esperable que los cambios climáticos de las próximas décadas tengan efectos notables sobre la distribución de las especies venenosas. Muchas pueden disminuir su área de distribución o incluso extinguirse, perdiéndose así especies que son muy importantes para el control de plagas, como por ejemplo los roedores que son unos de los principales alimentos de muchas serpientes”.
En el estudio, los autores destacan el caso de la serpiente africana Bitis rhinoceros, la cual parece estar adaptada a ambientes áridos. A partir de modelos matemáticos han conseguido prever que en el futuro existirán grandes regiones con condiciones climáticas adecuadas para la supervivencia de esa especie, pudiendo favorecer su ampliación de distribución. Estos cambios climáticos podrían presentar nuevos desafíos para la salud pública, dado que, según la investigación realizada, la especie podría llegar a países como Guinea-Bissau, Niger o Senegal, donde actualmente no está presente o está en muy baja densidad. “Incluso, algunas especies venenosas podrían adaptarse al ambiente urbano”, señala la Dra. Talita F. Amado, investigadora de la URJC. Este es el caso de escorpiones del género Tityus en América del Sur, donde diversas especies se han adaptado al ambiente urbano, causando miles de accidentes en niños y niñas en dichos ambientes.
El desarrollo de nuevos fármacos, en peligro
El veneno de estas especies también tiene importancia en el desarrollo de fármacos para las más diversas enfermedades, como artritis, trombosis, problemas coronarios, diabetes o cáncer. Por tanto, con la pérdida de las especies se pierden recursos muy valiosos como son los venenos y su gran potencial para el desarrollo de los más diversos fármacos. “Pero no todas las especies serán afectadas negativamente por los cambios climáticos, muchas podrán aumentar sus áreas de distribución”, indica el profesor Pablo A. Martinez de la UFS/URJC.
Nuevos desafíos para la conservación, la salud pública y la producción de alimentos
Los autores señalan que los impactos humanos en el planeta nos presentarán nuevos retos para la conservación, la salud pública y la producción de alimentos. “El profundo cambio climático en curso y las consecuentes alteraciones en los ecosistemas tendrán un efecto que aún no conocemos en la incidencia de los envenenamientos por mordeduras y picaduras de animales venenosos, un tema esencial para la salud pública global”, comenta el profesor José M. Gutiérrez, toxinólogo de la UCR. La reducción de las emisiones de CO2 y la deforestación será clave para evitar la pérdida de especies, así como disminuir el impacto de las zoonosis e interacciones dañinas de los humanos con las especies venenosas.
El equipo científico propone que para enfrentar estos desafíos será necesaria una mayor interdisciplinaridad entre personas que trabajan en ecología, toxinología y salud pública, con un fuerte componente de participación comunitaria para poder anticiparse a los cambios y tomar medidas preventivas adecuadas.