La ciencia ciudadana marina está creciendo exponencialmente en Europa. Así lo ha revelado un estudio publicado por la revista Frontiers of Marine Science y destacado hace unas semanas por Euromarine y EurOcean, dos redes que conectan a más de 10 000 científicos marinos de 22 países europeos.
Carlos García Soto, Instituto Español de Oceanografía (IEO – CSIC)
Los ciudadanos comparten avistamientos de ballenas que permiten a los científicos investigar sus poblaciones. Recopilan datos sobre la calidad del agua que permiten combatir la proliferación de algas nocivas. Y son guardianes de reservas marinas.
Los océanos son el componente más grande de la Tierra, estabilizan el clima y sustentan la vida. Y debido a su inmensidad, la colaboración entre un gran número de no científicos y científicos es particularmente urgente e importante.
Los ciudadanos pueden participar con acciones que van desde la recopilación de datos al análisis y difusión de resultados, pasando por la interpretación de la información. Y los beneficios se comparten. Los científicos mejoran su capacidad analítica y de seguimiento. Los ciudadanos adquieren conocimiento, concienciación y reconocimiento. Y los resultados pueden impulsar cambios en las políticas de protección medioambiental.
Proyectos de ciencia ciudadana marina
Un ejemplo relevante de este tipo de iniciativas es Yachts For Science (Yates por la ciencia). Lanzada en 2019, reúne a científicos marinos y propietarios de embarcaciones que ofrecen tiempo de navegación posibilitando así investigar arrecifes de coral o elaborar mapas batimétricos en regiones lejanas.
Otra historia de éxito son las Redes de posidonia, donde los científicos son ayudados por cientos de buceadores voluntarios para monitorizar estas praderas submarinas.
Las praderas de posidonia nos prestan importantes servicios, incluida la preservación de la calidad del agua y de la biodiversidad y la protección de la costa y de los recursos pesqueros locales.
Su declive en el mar Mediterráneo ha sido notable debido al impacto de las actividades humanas (arrastre ilegal, trabajos costeros, residuos urbanos e industriales, acuicultura, plantas de desalinización y la llegada de especies invasoras).
Estas praderas submarinas se han incluido en el anexo I de la directiva de hábitats de la Unión Europea. Su conservación es ahora un objetivo prioritario en el que la ciencia ciudadana está desempeñando un papel crucial.
El seguimiento de la basura marina por parte de científicos ciudadanos ha impulsado de manera similar la legislación política a nivel internacional.
La Asociación Ambiente Europeo publicó en 2017 un informe basado en datos de casi 50 toneladas de basura marina de todo tipo recogidas por miles de voluntarios en unas 250 limpiezas de playas durante cinco años cubriendo todo el litoral español.
Las recomendaciones del informe no difieren sustancialmente de las incluidas un año después en la directiva europea sobre plásticos de un solo uso.
Las ONG como esta asociación son importantes promotoras de proyectos de ciencia ciudadana marina. Según el artículo publicado en Frontiers of Marine Science, son los principales contribuyentes a las iniciativas de ciencia ciudadana marina del mar del Norte (56 %), seguidos por los institutos de investigación (29 %). A menudo, existe una colaboración entre ambos actores. Y solo una pequeña parte de los proyectos de ciencia ciudadana está coordinada por organizaciones gubernamentales o por particulares (15 %).
El papel de la tecnología
Los proyectos de ciencia ciudadana comenzaron a crecer exponencialmente a partir del 2000 debido a la mayor disponibilidad de teléfonos móviles. Más de 5 mil millones de teléfonos inteligentes con la posibilidad de entregar datos geocodificados se utilizan a diario en todo el mundo.
La recopilación de datos es ahora posible con una gama más amplia de herramientas, servicios web interactivos y tecnologías do it yourself.
Los avances en la tecnología de drones han revolucionado, por ejemplo, la producción de imágenes aéreas. Los científicos ciudadanos han utilizado drones para medir rápidamente la extensión de las praderas marinas a lo largo de la costa utilizando los llamados sistema de información geográfica de participación pública (PPGIS).
Los científicos ciudadanos han utilizado también los drones para estudiar el fenómeno El Niño, observar la erosión costera y monitorizar el comportamiento de las tortugas marinas y los mamíferos marinos.
La NASA lanzó en la primavera de 2020 una nueva oportunidad de ciencia ciudadana: un videojuego en el que los jugadores construyen un mapa de los arrecifes de coral del mundo. Se instalaron cámaras especiales en los drones para inspeccionar el fondo marino. Con sólo jugar a su videojuego, NeMO-Net, los voluntarios ayudan ahora a trazar un mapa de los arrecifes de coral del mundo. https://www.youtube.com/embed/vbw90smKwkw?wmode=transparent&start=1 Explicación del videojuego NeMO-Net de la NASA. Fuente: Laboratory for Advanced Sensing / YouTube.
El futuro de los océanos podría estar en manos de los científicos ciudadanos marinos.
Carlos García Soto, Científico Titular y Coordinador del Informe Oceánico Mundial (ONU), Instituto Español de Oceanografía (IEO – CSIC)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.