Un estudio determina que la actividad de las lombrices favorece la captura de carbono y estimula una mayor fertilidad del suelo
UNAL/DICYT Los suelos desempeñan un rol fundamental en la regulación del cambio climático, ya que almacenan hasta dos veces más carbono que la atmósfera y la vegetación terrestre juntas; por lo tanto, las estrategias para reducir los gases con efecto invernadero GEI) dependerán en gran medida de actividades agrícolas que prevengan su degradación, potencien los procesos biológicos y promuevan la incorporación de materia orgánica.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el mundo se estima una degradación del 33 % de los suelos y una pérdida de estos por desertificación ante el aumento de la temperatura que alcanza hasta 12 millones de hectáreas promedio anual. En Colombia, un alto porcentaje de los terrenos usados en actividades agrícolas registra algún grado de erosión y pérdida de materiales orgánicos.
A partir de esta premisa, María Camila Buitrago Grisales, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, desarrolló su tesis sobre el efecto de la fertilización orgánica en la formación de agregados (elementos que conforman el suelo, como arena, limo o arcilla) y la estabilización del carbono en un tipo plátano que se cultiva en el Valle del Cauca.
El estudio concluyó que los suelos con más actividad de la macrofauna –como lombrices, isópodos (crustáceos) y diplópodos (ciempiés y escolopendras)– estimulan una mayor retención de carbono y mayores contenidos de materia orgánica en los suelos frente a componentes de diferente origen, lo que hace a estos animales clave en las propiedades de los suelos, en la productividad de las actividades agrícolas y en la conservación de los ecosistemas.
De los resultados también se deriva la posibilidad de que los agricultores puedan determinar de manera rápida y económica la calidad de los suelos para obtener cultivos más productivos frente a la sequía por las altas temperaturas y la erosión por el manejo inadecuado.
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“Con solo tomar muestras de monolitos (bloque de roca de gran tamaño de composición homogénea) y separar cada agregado según su origen se puede hacer un análisis morfológico para determinar la estructura y calidad del suelo, con el fin de establecer el manejo más adecuado”, señala.
Alternativas de bajo costo
Para desarrollar el estudio se evaluó el efecto de la fertilización bioorgánica (FBO), una técnica patentada en India con el esfuerzo de un grupo de científicos y la industria del té verde para estimular el crecimiento de las plantas y a su vez mejorar la calidad del suelo afectado por el uso continuo de fertilizantes convencionales y agroquímicos en los cultivos.
“Este método es sencillo y asequible a los agricultores, ya que consiste en usar zanjas para adicionar materia orgánica en el suelo e inocular lombrices, con lo cual se consigue aumentar la productividad y restaurar los terrenos para cultivo”, anota la magíster.
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Pese a que ella ya conocía que la técnica FBO genera incrementos en la producción agrícola por todos los estudios que se han realizado, decidió recurrir a esta técnica para estudiar cómo se movía el carbono entre los agregados del suelo hasta encontrar estabilidad.
Otras metodologías utilizadas para analizar las 458 muestras de agregados fueron la espectroscopia de reflectancia del infrarrojo cercano (NIRS) y los análisis fisicoquímicos de laboratorio, los cuales se adelantaron en el Laboratorio de Fisiología Vegetal de la UNAL Sede Palmira, y con ellos se podría evaluar la calidad del carbono del suelo de manera más rápida y económica.
Para su investigación, la magíster contó con la dirección de la profesora Elena Velásquez Ibáñez, del Departamento de Ciencias Agrícolas de la UNAL Sede Palmira.