Los ecosistemas acuáticos continentales (ríos, lagos, humedales) se encuentran en alarmante retroceso como consecuencia de la acción perturbadora de las actividades humanas.
Jorge García Girón, Universidad de León; Lars Iversen, McGill University, and Yingji Pan, Leiden University
La contaminación, la introducción de especies invasoras y la destrucción de los hábitats amenazan el funcionamiento, la integridad y la biodiversidad de estos ecosistemas, considerados como los más sensibles y amenazados del planeta.
Las plantas acuáticas proveen de funciones fundamentales para garantizar la dinámica natural de los ecosistemas de agua dulce, sobre todo ante los crecientes impactos derivados del cambio global, según revela un reciente estudio liderado por los autores que firman estas líneas.
Pilares de la vida acuática
Estos organismos fotosintéticos son considerados como los “ingenieros” de sus ecosistemas, en tanto que proveen de alimento y refugio a animales terrestres y acuáticos. También controlan los procesos de sedimentación y erosión de las zonas litorales y son un componente central de los ciclos del carbono y del nitrógeno en las aguas continentales.
Las plantas acuáticas, como los nenúfares, las espigas de agua o las eneas, poseen adaptaciones únicas a la vida en el agua. Adaptaciones que les han permitido colonizar, desarrollarse y sobrevivir en zonas temporal o permanentemente inundadas.
Disponer de hojas divididas y con finas cutículas protectoras, así como una muy reducida proporción de tejidos leñosos en sus estructuras físicas, permite a estas plantas optimizar la fotosíntesis y el intercambio gaseoso en el medio acuático.
Amenazadas por la acción del hombre
Este grupo florístico se encuentra amenazado por la acción conjunta y sinérgica de múltiples factores de estrés asociados a las actividades humanas.
Nuestro estudio pone de relieve cómo la contaminación por vertidos urbanos y agrícolas, la construcción de presas y las fuertes sequías estacionales, entre otros, están comprometiendo la supervivencia de las plantas acuáticas en sus entornos altamente sensibles, poniendo en riesgo la integridad y persistencia de los ecosistemas de agua dulce a lo largo y ancho del planeta.
Por ejemplo, la construcción de presas interrumpe la conectividad longitudinal de los ríos, interfiriendo sobre los flujos bióticos naturales que garantizan la diversidad del paisaje.
Por su parte, los prolongados episodios de sequía están promoviendo un remplazo acelerado desde comunidades dominadas por plantas sumergidas y flotantes hacia ambientes en los que solamente se desarrollan unos pocos individuos de especies emergentes de crecimiento rápido.
Grandes desconocidas
La escasa disponibilidad de información biológica de la que se dispone para este grupo florístico impide a los científicos delimitar, definir y prever las respuestas de las plantas acuáticas ante las perturbaciones ambientales en las que estamos inmersos en la actualidad.
En este sentido, la comunidad científica lleva advirtiendo desde hace tiempo sobre la necesidad de aunar esfuerzos para estudiar a fondo la biología de estos organismos clave para el funcionamiento de las aguas continentales.
Hasta el momento, sin embargo, solamente se dispone de información ecológica para una mínima fracción del total de las más de 3 400 especies de plantas acuáticas en el mundo, cifra que contrasta con los datos ya disponibles e informatizados para más de 46 000 especies de sus parientes terrestres.
El profundo desconocimiento que rodea a la biología de las plantas acuáticas es todavía más dramático fuera de las fronteras de Europa y Norteamérica, en especial en los cinturones subtropicales en los que estos característicos organismos gozan de mayor diversidad.
Los autores de esta breve reseña subrayamos que obviar esta realidad compromete no solamente nuestros modelos predictivos sobre posibles escenarios de cambio global para los ecosistemas de agua dulce, sino que también pone en jaque la propia supervivencia de los ríos y humedales que nos rodean y que nos proveen de servicios de un gran valor social y económico.
Ha llegado la hora de revertir la ceguera botánica que invade tanto a miembros de la comunidad científica como a la sociedad en su conjunto y reconocer a las plantas acuáticas como una piedra angular para la conservación y protección de los ecosistemas más amenazados del planeta.
Jorge García Girón, Investigador postdoctoral en Ecología, Universidad de León; Lars Iversen, Assistatn Professor, McGill University, and Yingji Pan, Researcher, Leiden University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.