El apoyo técnico de la FAO para las inversiones ayuda a mejorar los medios de vida y la nutrición a la vez que frena las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la actividad ganadera.
Puede que nuestros espacios y publicaciones en las redes sociales estén repletos de predicciones y polémicas sobre el clima. Pero dediquemos un momento de atención a un ámbito que ofrece victorias relativamente rápidas y directas contra el cambio climático: reducir las emisiones de los miles de millones de cabezas de ganado en el planeta. Aunque algunas voces, sobre todo en los países de ingresos altos, se alzan totalmente en contra de que criemos animales, estos son una fuente esencial —y a veces la única— de nutrición e ingresos para algunas de las comunidades más pobres del mundo. Mediante la inversión en formas más adecuadas de alimentar y manejar el ganado, podemos preservar los medios de vida y proporcionar a las personas una mejor alimentación a la vez que reducimos los efectos nocivos del metano y de otros gases emitidos en la cadena de valor ganadera.
Esta es la idea que subyace a los esfuerzos de la FAO por proporcionar apoyo técnico y conocimientos especializados a los gobiernos y los prestamistas multilaterales, como el Banco Mundial, en proyectos que benefician a millones de ganaderos. El apoyo de la FAO asegura que en estas inversiones y proyectos se incorporen más prácticas de gestión ganadera climáticamente inteligentes.
Compartimos el planeta con unos 1 500 millones de cabezas de ganado bovino y 2 000 millones de ovejas y cabras, entre otros tipos de ganado, y el metano producido por su digestión es más potente que el dióxido de carbono. Aunque no permanece en la atmósfera por tanto tiempo, el metano absorbe 27 veces más calor en un periodo de 100 años.
No obstante, las iniciativas emprendidas por la FAO para reducir estas emisiones en una docena de países en colaboración con asociados, entre los que figuran el Banco Mundial y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), están dando resultados prometedores. El fin de estas iniciativas es lograr una mayor inclusión de los objetivos relacionados con el clima en el desarrollo ganadero, brindar formación a las partes interesadas para calcular las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y entender los beneficios que pueden aportar al clima las mejoras de la producción ganadera. Entre estas medidas se pueden citar una mejor gestión de la sanidad y la reproducción de los animales, mejores prácticas de pastoreo y restauración de los pastizales, una mejora de las mezclas de piensos y forrajes y un mejor almacenamiento y uso del estiércol.
Inversiones para los ganaderos y para el medio ambiente
Por ejemplo, la FAO ha calculado el impacto climático de una gran inversión del FIDA en granjas lecheras en Kirguistán. Los resultados mostraron que esta inversión ha reducido las emisiones de GEI en un 17 % a la vez que ha aumentado la producción de leche y de carne en un 4 %. La FAO y el FIDA trabajaron con el Gobierno para incluir los resultados de esta evaluación en sus contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN), esto es, las promesas del país de reducir las emisiones y trabajar en pos de los objetivos mundiales relacionados con el clima conforme a lo decidido en 2015 en el Acuerdo de París.
Para el pastor o el pequeño productor agropecuario de las estepas herbáceas de Asia Central o los pastizales del África subsahariana, el mensaje está claro: “Se puede sacar el máximo partido de un rebaño y mejorar la dieta de manera que también se ayude al medio que nos rodea. Si el entorno está sano, será productivo y beneficioso para todos. Por lo tanto, es una situación en la que todos salimos ganando”, dice Thanawat Tiensin, Director de la División de Producción y Sanidad Animal de la FAO.
Estos resultados son si cabe más importantes a la vista de los debates sobre el cambio climático y de las críticas indiferenciadas dirigidas al sector ganadero. “De no ser por el trabajo de la FAO, puede que algunos prestamistas multilaterales se inhibieran de invertir en proyectos de desarrollo ganadero, lo que dejaría a millones de personas en una terrible situación”, dice Thanawat.
Fomento de la capacidad en los países
En los últimos años ha habido un creciente consenso sobre el hecho de que el mundo necesita abordar las cuestiones relativas a la seguridad alimentaria, la nutrición y el clima de manera conjunta, y no seguir una agenda climática que pasa por alto la situación de miles de millones de personas que se enfrentan a la inseguridad alimentaria y el hambre. El sector ganadero ha sido especialmente importante en el debate internacional y en una decisión adoptada en la 23.ª Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio climático, en 2017. Este resultado de la Conferencia, denominado “Labor conjunta de Koronivia sobre la agricultura”, reconoce el potencial único de la agricultura para abordar el cambio climático.
Sin embargo, los pasos concretos para avanzar han sido limitados, y solo uno de cada cinco países, aproximadamente, ha incluido compromisos climáticos relacionados con la ganadería en sus CDN nuevas o actualizadas con miras a reducir los GEI. Además, la mayoría de estos compromisos dependen, en primer lugar, de que haya financiación disponible y, en segundo lugar, de la prestación de apoyo técnico.
De ahí que sea tan importante el papel de la FAO para ayudar a activar la financiación multilateral en favor del sector ganadero. Para ello, la FAO se asegura de que en los proyectos se incorporen prácticas de gestión ganadera climáticamente inteligentes, a la vez que proporciona a los gobiernos y los prestamistas la formación y los conocimientos prácticos necesarios para calcular las emisiones de GEI por medio de instrumentos, como la versión interactiva del Modelo de Evaluación Ambiental de la Ganadería Mundial (GLEAM-i) disponible en línea de forma gratuita.
Cuando, en medio de la alarma creciente sobre el rumbo que toma la crisis climática, los líderes mundiales están a punto de reunirse en la 27.ª Conferencia de las Partes, en noviembre de 2022, estas iniciativas para reducir las emisiones de la ganadería representan una vía eficaz en función de los costos y relativamente rápida de conseguir resultados importantes en paralelo a la labor destinada a abordar los muchos desafíos que se presentan en otros sectores agrícolas e industriales.