Una combinación de estos factores ha agravado durante la última década las condiciones de sequía severa en la zona de transición situada entre el este de la Amazonia y el Cerrado, la sabana brasileña
AGENCIA FAPESP/DICYT – La deforestación para la expansión del agronegocio en Brasil, sumada a los cambios climáticos, ha inducido un agravamiento de las condiciones de sequía severa durante la última década en la zona de transición entre el este de la Amazonia y el Cerrado, la sabana brasileña.
Esta combinación de tendencias puede poner en peligro la estabilidad de los biomas y, por consiguiente, la producción de alimentos en la región conocida como Matopiba, el área que se considera como la nueva frontera agrícola brasileña, comprendida por partes de los estados de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía, y responsable de casi el 12 por ciento de la producción brasileña de soja.
Esta fue la advertencia formulada por un grupo de científicos vinculados a instituciones de investigación de Brasil y del exterior en un artículo publicado en la revista Scientific Reports. El referido estudio, a cargo de investigadores del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden), contó con el apoyo de la FAPESP en el marco de un Proyecto Temático y a través del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para el Cambio Climático (INCT-MC), uno de los INCT financiados por la FAPESP en colaboración con el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) en el estado de São Paulo.
“Las condiciones actuales muestran que esa región de transición entre la Amazonia y el Cerrado está sufriendo los impactos del uso de la tierra para la expansión del agronegocio y también los de los cambios climáticos”, dice José Marengo, coordinador general de investigación del Cemaden y primer autor del trabajo. “Estos procesos pueden volverse más intensos en el futuro e impactar tanto sobre los biomas como sobre la producción agrícola de la región de Matopiba, particularmente sobre la de soja”, estima Marengo, quien también coordina el INCT del Cambio Climático.
Los investigadores aplicaron una combinación de datos meteorológicos y satelitales para analizar las alteraciones en las variables hidrológicas y climáticas en el área de América del Sur tropical durante las últimas cuatro décadas. Las regiones que padecieron el calentamiento a largo plazo o exhibieron una tendencia de sequía durante el período comprendido entre 1981 y 2020 quedaron identificadas mediante análisis de patrones espaciales para distintas variables radiactivas, atmosféricas e hidrológicas.
Los resultados de los análisis indicaron que las mayores tendencias de calentamiento y sequía en América del Sur durante ese período de 40 años se observaron justamente en la zona de transición entre el este de la Amazonia y el Cerrado.
Esa región experimentó en las últimas cuatro décadas una amplia y significativa tendencia de calentamiento durante la estación de transición de la seca a la húmeda, que se produce entre los meses de julio y octubre.
Estas tendencias de calentamiento indujeron el atraso de la estación lluviosa y empeoraron las condiciones de sequía severa durante la última década.
“Estos resultados ponen en evidencia un aumento de la temperatura, déficit de presión de vapor, frecuencia de días secos y una disminución de las precipitaciones, la humedad y la evaporación”, afirma Marengo.
“También apuntan un atraso en el comienzo de la estación lluviosa, lo que aumenta el riesgo de incendios durante la estación de transición de la seca a la húmeda”, explica.
Más allá del calentamiento durante las últimas cuatro décadas, el área agrícola en la región se duplicó con creces en el período comprendido entre 2003 y 2013, trepando de 1,2 millones a 2,5 millones de hectáreas.
Aproximadamente el 74 por ciento de las nuevas tierras agrícolas en la región corresponde a áreas de Cerrado, hasta entonces intactas.
“Estos hallazgos suministran evidencias observacionales de la presión climática creciente en esa área, que es sensible en lo concerniente a la seguridad alimentaria global, y la necesidad de conciliar la expansión agrícola con la protección de los biomas tropicales naturales”, sostiene Marengo.
Un plan de adaptación
De acuerdo con el investigador, las sequías en la Amazonia y en la región aledaña al Cerrado generalmente están relacionadas con eventos como El Niño y/o con las temperaturas de la superficie del Atlántico Norte.
Estos aumentos de temperatura oceánica favorecen la aparición de déficits de agua regionales anómalos, temperaturas más cálidas e intensas temporadas de incendios, que pueden ser factores limitantes del desarrollo, de la cosecha y de la producción de soja en Matopiba.
Durante el tiempo que duró El Niño de 2015-2016, se registró una merma de la productividad de soja, que entre 2014 y 2015 fue de poco más de 96 millones de toneladas, y en el período de dicho fenómeno climático se redujo a 95,4 millones de toneladas.
“En el futuro, eventos como El Niño de 2015-2016 podrán ser más intensos. Por eso es necesario empezar a implementar medidas de adaptación tendientes a mitigar los impactos de los cambios climáticos en esa zona, tales como la disminución de la deforestación de la Amazonia y modificaciones de usos en Matopiba”, apunta Marengo.
“De no hacerse nada, la producción agrícola caerá, porque depende fuertemente del clima”, afirma. Este trabajo contó con la participación de científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciais (Inpe) de Brasil, y de las universidades de Valencia, en España, y de Grenoble, en Francia.