Es bien sabido que los microplásticos se están acumulando en los océanos del mundo a un ritmo alarmante, pero la investigación sobre este contaminante vinculado al cáncer en los ríos sigue siendo limitada.
Por Leslie Salgado, SciDev.Net

Ahora, nueva evidencia de dos ríos de América Latina y el Caribe muestra que estas diminutas partículas están presentes incluso en zonas rurales río abajo, lo que resalta la necesidad de abordar sus impactos en las fuentes de agua dulce.
Los microplásticos (partículas de plástico de menos de cinco milímetros de largo) representan un grave riesgo para la salud de los seres humanos y la vida silvestre debido a sus efectos tóxicos y su capacidad de actuar como portadores de otros contaminantes, y se han relacionado con un aumento de los casos de cáncer.
Según una investigación publicada en Science , se estima que cada año se emiten al medio ambiente hasta 40 millones de toneladas de estos fragmentos de plástico y esta cifra podría duplicarse de aquí a 2040 si no se aborda el problema.
Los estudios latinoamericanos sobre microplásticos representan menos del 5% de la producción mundial sobre este tema, mientras que las investigaciones sobre su presencia en los ríos de la región son escasas.
Esto ocurre a pesar de que América Latina alberga dos de los 20 ríos más contaminados por plástico del planeta: el Amazonas brasileño y el río Magdalena en Colombia.
La mayoría de los estudios latinoamericanos existentes se centran en Brasil, México y Chile, mientras que en Argentina, el proyecto MappA busca analizar más de 100 cuerpos de agua dulce en 18 provincias del país.
Cuba y Venezuela
En Cuba, una nueva investigación publicada en Environmental Pollution examinó la contaminación por microplásticos en estaciones de muestreo en dos ríos: el Almendares, que atraviesa La Habana, y el río Baños del San Juan, ubicado en una zona rural no lejos de la capital.
Si bien el estudio encontró más microplásticos en el río urbano, el río rural contenía algunas partículas de plástico, lo que demuestra que incluso las áreas sin altas concentraciones de personas experimentan este tipo de contaminación.
El estudio venezolano, publicado en el Journal of Contaminant Hydrology , se centró en Chichiriviche de la Costa, un pequeño pueblo pesquero del estado de La Guaira, a unos 65 km de la capital del país, Caracas. La investigación comparó los niveles de microplásticos aguas arriba y aguas abajo del río Chichi y en la bahía donde desemboca, que es donde se encuentra la localidad.
Los resultados mostraron que la contaminación plástica en los sedimentos del río era casi cuatro veces mayor río abajo, lo que demuestra que el pueblo es una fuente importante de contaminación.
Interacción con organismos
José F. Grillo, coautor del estudio venezolano, dijo a SciDev.Net que es fundamental entender cómo se comportan los microplásticos de manera “holística”, así como analizar fuentes, sumideros y su interacción con los organismos, para “tratar de diseñar intervenciones que puedan incidir en esta problemática”.
Ambos estudios identificaron la ropa y las fibras textiles como el tipo más común de microplástico, derivado de tejidos sintéticos como el poliéster, que liberan fibras diminutas durante el lavado.
En zonas con un tratamiento deficiente de aguas residuales, estas fibras ingresan a los ríos y eventualmente terminan en el océano.
Los hallazgos del equipo cubano describen una alta presencia de tereftalato de polietileno, comúnmente utilizado en bolsas y embalajes, y polipropileno, empleado en contenedores de alimentos y cuerdas.
Jeny Larrea, coautora del estudio cubano y profesora de la Universidad de La Habana, explicó a SciDev.Net: “Estos son los plásticos que más se utilizan en los envases de productos de cuidado personal, productos de limpieza, bolsas de nylon, lo cual se corresponde con lo reportado en la literatura”.
Ambos estudios encontraron que los niveles de microplásticos aumentaron durante la temporada de lluvias.
En Venezuela, la mayor concentración de microplásticos en la bahía de Chichiriviche se encontró cerca de la desembocadura del río, lo que sugiere que el río actúa como un canal directo de contaminación de la tierra al mar.
Los microplásticos también se acumulan en los sedimentos de los ríos. En Cuba, los datos mostraron que las partículas de plástico se depositan en el fondo de ambos ríos . El estudio encontró vínculos entre la presencia de polipropileno y la actividad reducida de los microorganismos del río, lo que indica que estas partículas pueden alterar procesos naturales como la descomposición de la materia orgánica.
Estos descubrimientos son una oportunidad para avanzar en un análisis integral de los microplásticos como un desafío ambiental que se extiende de la tierra al mar, según los investigadores.
Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer para comprender mejor su impacto sobre los ecosistemas y la salud.
Andreia Neves Fernandes, coordinadora del Laboratorio de Procesos Ambientales y Contaminantes Emergentes de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, explicó a SciDev.Net que es necesario investigar «cómo los organismos internalizan los residuos plásticos y examinar los posibles efectos sinérgicos y antagónicos entre los microplásticos, otros contaminantes ambientales y la materia orgánica».
Más información: Jeny Adina Larrea Murrell et al, Microplásticos en aguas dulces cubanas: diversidad, cambios temporales y efectos sobre la actividad enzimática extracelular, Environmental Pollution (2025). DOI: 10.1016/j.envpol.2025.125764
Jose F. Grillo et al, Aldea rural como fuente de contaminación por microplásticos en un ecosistema fluvial y marino del sur del Caribe venezolano, Journal of Contaminant Hydrology (2025). DOI: 10.1016/j.jconhyd.2025.104511
