Degradados los ecosistemas de agua dulce en gran parte del mundo



NAIROBI – En la mitad de los países del mundo el caudal de los ríos ha disminuido significativamente, las masas de agua superficial se están reduciendo o perdiendo, y el agua ambiental está cada vez más contaminada, advierten estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) divulgados este jueves 29.

“Nuestro planeta azul se ve privado rápidamente de masas y recursos de agua dulce saludables, con perspectivas nefastas para la seguridad alimentaria, el cambio climático y la biodiversidad”, dijo Dianna Kopansky, jefa de la Unidad de Agua Dulce y Humedales en la División de Ecosistemas del Pnuma.

Los estudios, adelantados junto con ONU-Agua, entidad que coordina las tareas de las Naciones Unidas sobre agua y saneamiento, examinan los avances hacia la consecución, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible pautados para el año 2030, del ODS6, “Agua limpia y saneamiento para todos”.

Se ha recogido información de que 90 países, la mayoría de ellos en África y Asia central y sudoriental, están experimentando la degradación de uno o más ecosistemas de agua dulce. Otras regiones, como Oceanía, registran mejoras.

Los reportes coinciden en que la contaminación, las presas, la conversión de tierras, la sobreextracción de materias primas y el cambio climático contribuyen a la degradación de los ecosistemas de agua dulce.

Influenciado por el cambio climático y el uso de la tierra, el caudal de los ríos ha disminuido en 402 cuencas de todo el mundo, un aumento de cinco veces desde el año 2000. Un número mucho menor está ganando caudal.

La pérdida de manglares debido a las actividades humanas (por ejemplo, la acuicultura y la agricultura) plantea un riesgo para las comunidades costeras, los recursos de agua dulce, la biodiversidad y el clima, debido a sus propiedades de filtración de agua y secuestro de carbono.

Se informó de disminuciones significativas de los manglares en el sudeste asiático, aunque la tasa neta general de deforestación se ha estabilizado en la última década.

Los lagos y otros cuerpos de agua superficial se están reduciendo o desapareciendo por completo en 364 cuencas de todo el mundo.

Un nivel alto y continuo de partículas y nutrientes en muchos lagos grandes puede provocar floraciones de algas y aguas con bajo contenido de oxígeno, principalmente causados por la tala de tierras y la urbanización, y ciertos fenómenos meteorológicos.

Sin embargo, la construcción de embalses contribuye a una ganancia neta global de agua permanente, sobre todo en América del Norte, Europa y Asia.

La mitad más pobre del mundo aporta menos de tres por ciento de los puntos de datos de calidad del agua global, incluidas solo 4500 mediciones de calidad de lagos, de casi 250 000 posibles, lo que según el Pnuma revela una necesidad urgente de mejorar la capacidad de monitoreo.

La falta de datos a esta escala significa que para 2030 más de la mitad de la humanidad vivirá en países que tienen datos de calidad del agua inadecuados para fundamentar las decisiones de gestión relacionadas con la sequía, las inundaciones, los impactos de los efluentes de aguas residuales y la escorrentía agrícola.

Los entes de la ONU sostienen que deben equilibrarse las necesidades contrapuestas de la sociedad y la economía para el uso sostenible del agua, lo que requiere implementar la gestión integrada de los recursos hídricos (Girh) en todos los sectores, a todos los niveles y a través de las fronteras, para 2030.

Un estudio indica que 47 países han alcanzado plenamente o casi la Girh, 63 necesitan acelerarla, y 73 países tienen solo una capacidad limitada para ella. Al ritmo actual el mundo solo logrará la gestión sostenible del agua en 2049.

Eso significa que para 2030 es probable que al menos 3300 millones de personas en más de 100 países tengan marcos de gobernanza ineficaces para equilibrar las demandas contrapuestas de agua.

Kopansky dijo que “en este momento crítico, los compromisos políticos globales para la gestión sostenible del agua nunca han sido mayores, pero no están siendo acompañados por la financiación o la acción necesarias”.

“Las políticas de protección y restauración, adaptadas a las diferentes regiones, están deteniendo una mayor pérdida y muestran que revertir la degradación está a nuestro alcance. Necesitamos absolutamente más de ellas”, subrayó.

Las soluciones por las que aboga el Pnuma incluyen desbloquear la financiación mediante acuerdos de recaudación de ingresos y recuperación de costos, inversiones en infraestructura y gestión, así como acción coordinada, mayor capacidad institucional y mejores redes de monitoreo.