Este recurso no renovable enfrenta una amenaza constante debido a las actividades humanas que explotan sus nutrientes. Cuál es la verdadera importancia de este componente esencial de la biosfera
La conservación de los suelos es una preocupación fundamental en la agenda ambiental global debido a su papel crucial en el sustento de la vida en la Tierra. Los suelos son la base de la agricultura y la producción de alimentos, además de ser esenciales para la biodiversidad y la regulación del ciclo del agua. Sin embargo, estos recursos están siendo amenazados por diversas actividades humanas como la deforestación, la urbanización descontrolada, la contaminación y las prácticas agrícolas intensivas.
Para preservar la salud de los suelos, es crucial adoptar prácticas y políticas de manejo sostenible que promuevan su fertilidad y estructura física a largo plazo. El 7 de julio se declaró como Día Internacional de la Conservación del Suelo y se conmemora desde 1963 en homenaje al fallecimiento del Dr. Hugh Hammond Bennett, un estadounidense que fue el jefe del Servicio de Conservación de Suelos y visibilizó la problemática de la erosión. En esta fecha es importante concientizar sobre la educación ambiental, el rol de los suelos y las amenazas que enfrentan.
La colaboración entre gobiernos, instituciones académicas, organizaciones no gubernamentales y el sector privado es clave para implementar estrategias efectivas de conservación del suelo. Esto incluye la investigación científica con un abordaje multidisciplinario para desarrollar nuevas técnicas agrícolas sostenibles, ya que los expertos deben estudiar este complejo sistema en su totalidad considerando las interacciones que tienen las especies que viven en él y todos sus componentes. Hay ciertos aspectos básicos que se deben tener en cuenta para lograr comprender la importancia de proteger los sustratos.
1. El rol de los suelos en la alimentación
El 95% de los alimentos que se consumen en el mundo provienen de los suelos (REUTERS/David Gray)
En un artículo de The Conversation Jorge Curiel Yuste, profesor de investigación de Ikerbasque en el BC3 (Basque Centre for Climate Change), explica que el suelo “sustenta toda la vida del ámbito terrestre del planeta”. La fina capa que lo conforma es la litosfera, de alrededor de 100 kilómetros de profundidad, y es la responsable del crecimiento de las plantas. Además, contiene miles de microorganismos y animales que viven en él, como hongos y lombrices. Es el primer escalón de la pirámide trófica (alimentaria), esencial para la supervivencia de todos los seres vivos.
Las plantas toman los nutrientes presentes en el suelo, como carbono, nitrógeno, fósforo y calcio. Luego, estas son consumidas por animales herbívoros y omnívoros, y ellos son cazados por sus depredadores. En toda la cadena, el humano se encuentra en la cima. Esto significa una mayor responsabilidad para mantener la estabilidad del sistema.
La degradación conlleva una disminución en la capacidad de los suelos para producir alimentos. Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PUND) manifiestan que “Es importante tener presente que el suelo produce el 95% de los alimentos que se consumen en el mundo y que para 2050 la producción agrícola deberá aumentar en un 60% para satisfacer tan solo la demanda de alimentos para ese periodo”. Asimismo, el conservar su bienestar y protegerlo de la erosión no solamente es necesario para la agricultura, sino también para toda la vida en la Tierra.
2. Absorción del carbono
Los suelos son capaces de absorber grandes cantidades de carbono (Andina)
Un estudio publicado en la revista Nature destaca la función que tiene el suelo en la mitigación del cambio climático. Gran cantidad del carbono orgánico en el planeta se encuentra almacenado en el sustrato y, a su vez, la materia orgánica y la vegetación son capaces de secuestrar grandes cantidades del dióxido de carbono que es liberado a la atmósfera debido a la actividad humana.
Desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) comentan que “la conversión de largo plazo de praderas y áreas forestales para terrenos de cultivo (y pastoriles) ha resultado en pérdidas históricas de carbón del suelo globalmente” debido a la erosión de la materia orgánica que absorbe el mineral. Sin embargo, esto puede revertirse a partir de prácticas para la conservación del suelo enfocadas en rehabilitar los suelos degradados.
Agregan que “se ha estimado que los suelos son capaces de secuestrar alrededor de 20 Pg en 25 años, más del 10 % de las emisiones antropogénicas”. Por ende, son un recurso importante para frenar el calentamiento global.
3. La erosión de los suelos
La desforestación es una de las principales causas de la erosión de los suelos (EFE/Paolo Aguilar)
Se denomina erosión al “proceso en que se va perdiendo la capa superficial del suelo, que proporciona a las plantas la mayoría de los nutrientes y el agua que necesitan”, según el Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés). “Cuando esta capa fértil se desplaza, la productividad de la tierra disminuye y los agricultores pierden un recurso vital para el cultivo de alimentos”, agregaron.
Este desgaste puede ser causado por fenómenos naturales, como vientos y lluvias, o producto de la actividad humana como una mala gestión de las tierras agrícolas que genere una extracción indiscriminada de los nutrientes, la deforestación, el pastoreo excesivo, la minería, y las construcciones que alteren el terreno natural. Se deben tener en cuenta las consecuencias de estas acciones y planificar soluciones sostenibles con el fin de mantener la salud de los suelos.
4. El suelo es un recurso no renovable
Desde PNUD explican que el suelo, al contrario del agua y del aire, es un recurso no renovable, ya que estiman que deben pasar alrededor de 1000 años para que se forme un centímetro de suelo. Resaltan que es vital su conservación porque el agotamiento de los nutrientes podría dañar este complejo sistema de manera permanente.
5. La desertificación del suelo
El proceso de sequía y pérdida de nutrientes en el sustrato de una región puede darse por una carencia de precipitaciones, que en ciertas áreas es cada vez más común debido al cambio climático, o por consecuencia de la actividad humana.
Cuando el suelo pierde sus nutrientes queda desierto y es difícil rehabilitarlo (EFE/EPA/MOHAMED MESSARA)
Desde el Gobierno Nacional Argentino explican que “el manejo ganadero, forestal o agrícola no sostenible, la deforestación, el uso inadecuado de los recursos hídricos y los incendios” afectan a las tierras secas del país, que ocupan alrededor del 70% del territorio. Las consecuencias son la pérdida de biodiversidad y un impacto negativo en las poblaciones debido a que afecta la calidad de vida.
6. El impacto del suelo en el agua
El suelo cumple un importante papel en el almacenamiento de agua, la filtración, las inundaciones y sequías. Los expertos de la FAO explican que “la infiltración de agua a través del suelo atrapa los contaminantes e impide que estos se filtren en el agua freática” (subterránea), lo que mantiene su salubridad.
Por otro lado, almacena grandes volúmenes de agua que pueden ser absorbidos por la vegetación y los cultivos. Sin embargo, esta capacidad de acumulación disminuye significativamente en los suelos con menor cantidad de materia orgánica, ya que esta “puede retener alrededor de 20 veces su peso en agua”, agregaron desde la FAO.
Si ocurre una inundación, el suelo se encarga de absorber el agua y almacenarla por debajo de la superficie terrestre para, de esta manera, disminuir el impacto de los grandes caudales. En cuanto a las sequías, esa agua almacenada puede mantener la humedad en la superficie durante las temporadas de precipitaciones escasas.
7. Maneras de contribuir a la conservación del suelo
Las prácticas sostenibles son necesarias para evitar la degradación de los suelos (REUTERS/Brittany Hosea-Small)
Desde la Secretaría de Ambiente de la provincia de Neuquén recomiendan las siguientes acciones para lograr mantener los nutrientes y la estabilidad de los suelos:
- Usar abono orgánico o humus de lombriz.
- Realizar siembra directa: al evitar el arado se disminuye el impacto negativo que conlleva la alteración del suelo.
- Asociar cultivos para control de plagas: la colaboración entre distintas especies de plantas pueden disuadir a las plagas y, a su vez, mejorar la fertilidad de los suelos gracias a sus interacciones.
- Rotación inteligente de familias de cultivos: esto debe realizarse con plantas que requieran distintos nutrientes para evitar que se agoten y que el sustrato pierda su fertilidad.